Revista Sexo

El reencuentro de olivia y el de 28

Por Rocastrillo @roabremeloya

   ...Abrasados por el fuego de una pasión que crecía y crecía...

    Una mañana, Olivia N. paseaba por su barrio acompañada de su hermana y de su hijo y se topó de bruces con El de 28. EL LADO OSCURO DEL DESEO Él bajó la cabeza y no la saludó. A ella se le subió el corazón a la garganta y enmudeció. “¡Qué cabrón, ni te saluda”, balbuceó su hermana. Siguieron a lo suyo y Olivia, mujer práctica, optó por olvidarse del asunto.

    Esa misma tarde, El de 28 marcó el número fijo de su casa. Olivia cogió el aparato y se quedó lívida al escuchar su voz.

-¿Que quieres?, preguntó de sopetón, sacando un tono grave que ni siquiera reconocía como suyo.

-Quererte, contestó el, mimoso.

-No me tomes el pelo ni pretendas confundirme. Acabas de cruzarte conmigo en la calle y no te has dignado ni a saludarme.

-Perdona, cariño. Me puse muy nervioso y no supe reaccionar. Lo siento mucho, de verdad. Me he mudado a tu barrio, Olivia. Me resulta muy duro pasear por estas calles, saber que estás cerca y no poder verte. E incluso tropezarme contigo, ser incapaz de hablarte y no poder comerte a besos. Quiero verte ahora mismo, expresó decidido.

-Lo siento. Hoy no puede ser. Mi hermana y mi hijo están en casa. Tendrás que esperar dos días más.

-Por ti, lo que quieras, le indicó en el mismo tono mimoso y halagador.

    Olivia fijó una cita. El día y a la hora indicada, El de 28 llamó al timbre de su casa. Nada más cerrar la puerta y quedarse en la intimidad de la vivienda, sus cuerpos se solaparon en un abrazo largo y fuerte. Sus lenguas enredadas se sumergían en el goce de sabores anhelados y sus manos se esforzaban en liberar a los cuerpos de las ropas.El de 28, al reconocer la humedad de aquel bosque tantas veces explorado, empotró aOlivia en el sofá y la penetró con vigor, ella boca abajo y él encima. La mujer oía el susurro de palabras ininteligibles que acariciaban el lóbulo de su oreja mientras se entregaba de lleno al placer que le producía el falo del hombre que había amado tanto, entrando y saliendo de su interior. Sentía que estaba hecho a su exacta medida y que lo deseaba con tal ahínco que no podía conformarse con verlo solo de vez en cuando. De él quería todo o nada. Fue entonces cuando prestó atención a sus palabras y escuchó un clásico “eres mía, Olivia, te quiero solo para mi”, que provocó que su cuerpo se estremeciera aún más...

                             Las horas pasaron sin que ellos dejaran de amarse, abrasados por el fuego de una atracción que crecía y crecía. Entregados al placer sin pensar en nada. Sin beber, sin comer y sin hablar. El sonido de sus gemidos, el latido de sus corazones y el fluido de sus cuerpos los acompañaron en aquel tiempo de dicha que, como todo lo bueno, finalizó cuando el cansancio físico de ambos hizo que pararan... Después tomaron una ducha templada juntos y se acomodaron abrazados en el sofá.

-Soy muy feliz a tu lado, Olivia. No entiendo cómo he podido pasar tanto tiempo sin llamarte. Y tú, ¿te has acordado de mi?

-¿Tú qué crees?, le devolvió ella la pregunta, su mirada oscura fina en los ojos pardos de él.

       El de 28 asintió y Olivia siguió hablando.

-Estaba muy enamorada de ti y me dejaste de un día para otro. Así, sin más. Ni una simple llamada, ni una palabra. Desapareciste de mi vida como llegaste: cual rayo que me abrazó intensamente y se desvaneció con la misma intensidad, relataba despacio y en tono cadencioso, casi de lamento.

-Ya lo sé y lo siento mucho. No estaba en condiciones de ofrecerte lo que tú querías.

-Y ahora, ¿lo estás?

-No, negó con la cabeza. Tengo novia. Pero tú eres tú -aclaró ante el gesto torcido de ella- y sigues en mis pensamientos y en mi corazón. Siempre habrá en mi un hueco para ti, le dijo al tiempo que su mirada se clavaba en los generosos pechos femeninos.

      Lejos de sucumbir a los halagos, Olivia arremetió con furia. Se levantó del sofá y, con el tono subido y las manos en jarra, expresó sus pensamientos:

-Si estás pensando que vas a seguir con tu novia y podrás venir a mi casa a follarme de vez en cuando, olvídalo. Es mejor que te vayas, le pidió fríamente.

       El de 28 le selló los labios a besos. La abrazó con fuerza, acarició su larga melena y se despidió poco después. Olivia volvió a la cama y se durmió. Entre el sueño y la vigilia, pensaba si lo que acababa de vivir formaba parte del mundo real o del onírico...

                                                                                                                                 RoCastrillo


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