A veces sueña que se sube en un avión y en 2 segundos supera las 10 horas de vuelo que la separan del país que la vio nacer. Esos días se levanta de mal humor. Cecilia no quiere volver a España.Es asturiana, y aunque llegó a Miami sola, sin dinero, y enamorada hasta la médula de su jefe, dice que la vida le ha tratado mejor aquí.El comienzo fue más duro de lo normal, sobre todo por la parte económica. Su primer trabajo fue colocar hamacas en la playa en un garito de moda, también hizo de mujer anuncio en un semáforo, de camarera y de payasa en fiestas infantiles. Hoy Cecilia es escritora. Escribe historias de amor, sólo historias de amor. Empezó regalándolas en la playa, así la conocí.
Una mañana, cuando tomaba el sol tumbada en mi toalla y escuchando música, me tocó en el hombro y me dio un papel. No presté atención porque pensé que era publicidad de cualquier fiesta de Miami. Pero no. Con una preciosa caligrafía, esto es lo que había escrito:Si aún te recuerdo es porque tú aún me recuerdas. Porque sé que aunque tus noches no sean mías, tus pensamientos si lo son. Porque aunque tus manos toquen otras manos, prefieren las mías. Porque parte de tu esencia ya es mía para siempre. Aunque no me veas. Aunque duermas con otra compañía, siempre será la mía la que busques. Y si luchas contra ello, nunca alcanzarás la victoria. Porque la victoria soy yo, y yo ya no estoy. Que aunque aún te regale mi primer pensamiento todas las mañanas, nos separa un océano cada vez más grande y cada vez más frío. ¿Puedes verlo? Es azul.
Pocos días después la encontré en una terraza tomando una cerveza. No pude evitar acercarme y decirle lo mucho que me gustó su pequeña historia. Cecilia me sonrío y me dijo:- ¿Me acompañas con la cerveza y te cuento el principio?