El criminal acto de Berlín, perpetrado por un asesino de ISIS se ha llevado por delante a doce inocentes y ha herido a varias decenas más. Un acto execrable que sólo puede cometerse por un criminal desalmado, fanático de lo imposible. Un crimen que tiene unas consecuencias nefastas para centenares de miles de refugiados, a los que, sin comerlo ni beberlo, se les cierran aún más las fronteras si están fuera, o aumenta el odio contra ellos si están dentro. Y todo porque este canalla asesino, hoy muerto, era un terrorista árabe
Un crimen que ha sido, además de un vil atentado injustificable, un aliento para esos xenófobos, que hoy más que nunca, pueblan este mundo. Ahí están los peces gordos, los que odian a los demás, haciendo declaraciones impresentables, con la pretensión de que se clausuren del todo unas puertas que ya están demasiado cerradas. Hablo de los nuevos triunfadores de las democracias occidentales: Trump, Lepen y los demás líderes de la extrema derecha europea que hoy están consiguiendo cotas de poder inimaginables hace unos años.
Una excusa que les da fuerzas para pedir el cierre definitivo de las fronteras, como si ese canalla tunecino fuera el representante de los refugiados. A ellos les ha venido al pelo, es lo que deseaban, buscar excusas para poder apretar las clavijas, para presionar a esta Europa, a este mundo, insolidario, egoísta y despreciable que fabrica muros --que denotan su xenofobia-- o, en el mejor de los casos, mira a otro lado, --denotando su cobardía--.
El regalo de Navidad o de Reyes a los refugiados ya está hecho. Contarán con mayores dificultades para poder acceder a esta Europa miserable, que para ellos es el paraíso, y que les trata como basura que hay que arrojar fuera de sus froteras. Ahora serán vistos como potenciales terroristas a los que hay que alejar para evitar actos criminales.
También en España, cómo no, algún que otro energúmeno -- ¡oh casualidad!, cargo pepero, concejal de Madrid, un tal Percival Manglano, uno de los hijos políticos favoritos de la lideresa caída, que fue consejero con su presidenta desnortada, ha manifestado su xenofobia en Twitter:
Además se trata de una noticia que era falsa, puesto que el pobre pakistaní ha sido puesto en libertad, horas después. Pero da igual, el caso era arremeter contra los refugiados, es lo que tiene ser un xenófobo, y, por cierto, se ve que la presunción de inocencia es sólo para los imputados peperos. Y es que el terrorismo siempre ha sido un aliado principal del PP, llevan utilizando a las víctimas del terrorismo más tiempo que pagando en B. No sé si es una rana, un sapo o un renacuajo, o quizá las tres cosas, pero desde luego este colaborador de la lideresa caída, es un impresentable creador de odio.
Ha intervenido la ONU, por medio de ACNUR, reprochando al concejal pepero xenófobo su comentario que incita al odio, y le pide prudencia. Claro que eso es como pedir peras a un olmo. Ellos a lo suyo. Y la prueba está en los hechos. De los 17373 refugiados que se comprometió acoger España, sólo han llegado 687, vamos un 4%. Esto es amor al cumplimiento de los acuerdos y lo demás tonterías. Eso sí, mientras el Mediterráneo se siga tragando refugiados y las fronteras impidan que entren, ellos siguen felices y hoy celebraran su Nochebuena, sin pudor, sin vergüenza, como si no fuera con ellos. Hoy el palacio de la Moncloa estará de fiesta, es Nochebuena. Mientras, unos cuantos miles de refugiados se seguirán ahogando estos días, y unos cuantos millones seguirán sufriendo en campos de concentración que España y los demás países europeos pagan a Turquía para que los contenga y los maltrate. Vale todo para que no lleguen a Europa. Y cuando digo todo, es todo.
Salud y República