Revista Opinión

El Régimen del Solitario

Publicado el 27 septiembre 2016 por Ciberpensadores @ciberpensadores

El Régimen del Solitario

"Pero [el hombre] sobresale por encima de todas estas clases [de seres] por su capacidad de pensar y por [todo aquello] que no se daría si no fuera por ella. [...] Con esto queda investigado aquello en que se diferencia el hombre del animal irracional. [...] Sólo necesita [poner] la condición de libertad en aquellos actos que proceden del alma bestial. En efecto, lo único que predomina en las acciones de los animales irracionales es la afección pasiva que acontece en el alma bestial. [...] En cuanto a aquel que realiza su acción movido por la idea o por la rectitud, sin inclinarse hacia el alma bestial ni hacia lo que en ella se da, merece que los actos de este hombre sean más divinos que humanos. [...]
Es la razón por la cual aquel cuya alma animal domina sobre la racional, hasta el punto de que se deje llevar siempre por sus pasiones contrarias a sus ideas, es un hombre, pero la bestia es mejor que él, siendo preferible decir de este tal que es una bestia, a pesar de estar dotado de una reflexión humana con la que hubiera podido consumar perfectamente aquel acto. En tal caso, la reflexión viene a ser como un mal añadido a su iniquidad." - "El Régimen del Solitario", Capítulo 2.
"Pues, ciertamente, si no piensa, sus actos serán animales y no participará en absoluto de la humanidad más que en el hecho de ser un sujeto corporal cuyo aspecto externo es el de un hombre. Si el fin que se propone [el sujeto] es animal, lo consiga o no con el pensamiento humano, su humanidad seguirá los mismos pasos de la animalidad, no habiendo diferencia entonces entre [ese individuo que] tiene una forma exterior de hombre pero que oculta dentro la animalidad y el que es simplemente animal. [...] [El hombre que tiene como] fin [lo que] es material es lo mismo que lo animal." - "El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Décimo].

"Tadbir al-Muttawahhid" (El Régimen del Solitario), a pesar de ser un libro inacabado, es la obra más importante y difundida del filósofo andalusí Abu Bakr Muhamamd ibn Yahya ibn al-Sa'ig ibn Bayyah, conocido en Occidente como Avempace.

Avempace es un filósofo de importancia capital, si bien permanece prácticamente en el olvido. Nació en Zaragoza entre los años 1.085 y 1.090 d.C, en época de los Reinos de Taifas. Es considerado el primer filósofo andalusí propiamente dicho y fue el primero en reintroducir en Occidente de manera sistemática las obras y los conocimientos de Aristóteles, siendo el predecesor inmediato de otros pensadores más reconocidos como Averroes y el mentor de éste, Abubacer o Aventofail, muy influenciados por él ("El filósofo autodidacta" está en parte inspirado en el Régimen del Solitario".

Avempace, persona sociable y de fuerte temperamento, fue un muy destacado científico de la época. Apasionado en todo lo que hacía, levantó desde las más grandes alabanzas hasta las más viles críticas y envidias [De hecho, murió posiblemente envenenado por acción de alguien que, creyendo hacerle un mal, le ofreció la Eternidad]. Estuvo interesado en todos los ámbitos del conocimiento: desde la botánica, pasando por la medicina y la física, hasta la astronomía. Destacó especialmente en el mundo de la botánica, de la música y la poesía. Pero como todo hombre de bien, deseoso de obtener la Sabiduría, lo más importante para su Esencia fue sin ningún tipo de duda la búsqueda de la Verdad (en la que filosofía, ciencia, política y religión confluyen), la cual pasa por someter a las pasiones, desprenderse de lo material y hacer uso de la razón y del resto de recursos disponibles con el único fin de alcanzar la Comprensión Absoluta, momento en el cual uno consigue liberarse definitivamente, poner fin a la existencia (es decir, abandonar el ciclo del nacimiento y la muerte) y, tras la muerte física, reunirse con Dios junto al resto de Esencias Puras.

"El que obra [arrastrado solamente] por el deseo echa en cara con frecuencia los beneficios [que concede a los demás] y necesita que le recuerden sus buenas obras. Ese tal tiene el fin de su obra en el exterior y, si no lo consigue, su acción queda vacía. En cambio, el hombre virtuoso logra un fin que no pretende y que la mayoría de los hombres ignoran, por no decir que ni lo buscan, pues únicamente lo conocen los sabios de las ciencias naturales y de la ciencia moral. [El hombre virtuoso] consigue, pues, lo que otros quieren y pretenden, además de lograr una ganancia sobreañadida al fin esencial [que buscan], sin contar con los otros [beneficios] que se han enumerado antes. Todos estos bienes son dones divinos. [...] Y así como la salud únicamente la alcanza quien tiene un excelente apetito, la busque o no la busque, del mismo modo estas formas espirituales puras y nobles sólo las logra el que es virtuoso en su conducta, da igual que las pretenda como que no. Y del mismo modo que el apetito únicamente es correcto cuando quiere llevar a cabo las acciones que conducen esencialmente a la salud, así también la buena conducta únicamente se convierte en espiritual cuando se desprenden de ella acciones que logran esencialmente esta espiritualidad. Ambas cosas son dones divinos con los que Dios Altísimo distingue a las criaturas que Él quiere." - "El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Séptimo].

"La substancia, cuanto más lejos está de la corporeidad, más digna es de este nombre." - " El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Primero].
"En cuanto a la Sabiduría, es el estado más perfecto de las formas espirituales humanas, salvo para quienes no la conocen, pues para éstos es una de tantas [cualidades espirituales]. Ejemplo de ello es el lugar que ocupa el hombre de ciencia entre el vulgo, pues esta perfección [de la Sabiduría] es [para la gente que no sabe qué es esa perfección] un accidente de la ciencia y una segunda intención [de la misma], mientras que la Sabiduría es [para quien la tiene] algo esencial y de primera intención. No se trata de un estado cualquiera sino más bien de la perfección absoluta." - El Régimen del Solitario, [Capítulo Tercero], Artículo [Décimo].

"Éstos son aquellos a quienes Dios premia y sobre ellos viene la Tradición verdadera:
'El que hubiera emigrado hacia Dios, su emigración estará con Dios; pero el que hubiera emigrado hacia el mundo para conseguirlo, o hacia una mujer para casarse con ella, su emigración estará en aquello hacia lo que se encaminó.'
En suma, la recompensa será según dice la Tradición verdadera:
'Las acciones son según las intenciones y a cada hombre [le corresponde según] lo que ha pretendido' "
- Hadices tradicionales mencionados por Avempace en el "Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Quinto].

La capacidad de Comprensión para Avempace recae en el Intelecto Agente, el componente más destacado y elevado de la Esencia o Alma [no-contaminada] que constituye el verdadero Yo, y que se halla anclada, como en una prisión al mundo material y al cuerpo en el que uno nace. El Intelecto Agente no es propio de cada Alma, sino que es Único y Eterno, y en Él confluyen todas las Esencias, del mismo modo que en el taoísmo Tao y Te son Uno Solo; pues Te sólo es una expresión de Tao en el mundo material y cuando uno, decidido, renuncia a este mundo terrenal y camina firme hacia Tao, termina por convertirse en Tao mismo. Tales disertaciones serían retomadas, posteriormente, por Averroes, Maimónides y, en especial, el Maestro Eckhart.

"El Intelecto Agente es como la forma deducida pero sin el pensamiento ni la reflexión" - "El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Decimosegundo].
"Todo lo que proviene del Intelecto Agente es verdadero esencialmente, no por accidente" - "El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Decimocuarto].

"En cuanto al Intelecto cuyo inteligible [la idea esencial, la realidad en sí subyacente a él abstraíble solamente mediante el Intelecto. Nota del autor] es él mismo, no tiene forma espiritual alguna que le sirva de objeto, pues lo que se entiende de ese Intelecto es lo mismo que se entiende de su inteligible, siendo así uno y no múltiple, ya que carece de la relación que lo ata con la forma que hay en la materia. La contemplación [que procede] de esta manera es la otra vida y [constituye] la única felicidad humana final. Entonces es cuando se contempla este magnífico espectáculo. Y, puesto que la contemplación de algo y la cosa contemplada sólo se consiguen por el que contempla mediante la idea de algo, despojada de su materia, y como la idea que queremos entender es una idea que carece de materia, resulta que el acto de este Intelecto es su propia substancia, que no puede desaparecer ni perecer, y que [en este Intelecto] el motor es el mismo móvil. [...] En suma, si este Intelecto es numéricamente Uno, todos los individuos que tienen tal intelecto serán [también] numéricamente Uno." - Avempace en el "Tratado de la Unión del Intelecto con el Hombre".
"En efecto, la existencia material es la que más merece desaparecer, mientras que la existencia Intelectual es la más digna de perpetuarse. La largura de todo aquello cuya duración es limitada es breve en comparación con la Eternidad, pues no se puede parangonar con ella."- "El Régimen del Solitario", Capítulo [Tercero], Artículo [Décimo].
"Así pues, el fin hacia el cual debe tender el solitario que desea la inmortalidad no está, en modo alguno, en relación con la materia; razón por la cual se dirige al verdadero fin donde incluso desaparece esa relación universal de que hemos hablado. Allí, en efecto, la forma está completamente despojada de corporeidad y no es ya ni un solo instante forma material; pues [el solitario] percibe las formas aisladamente y en sí mismas, sin que hayan sido abstraídas de unas materias. Y, en efecto, su verdadera existencia consiste en su inteligible, quiero decir, el intelecto en su existencia real o intelecto en acto; es la existencia del intelecto emanado, el cual, más que cualquier otra cosa, se parece al Intelecto Agente. Esta forma emanada no tiene ninguna relación con la materia, si no es en cierto modo, es decir, como entelequia de los inteligibles materiales.[...]
Así pues, ya que el Intelecto Agente es indivisible, quiero decir, puesto que todas las formas específicas juntas no están en él más que en una sola o menos, puesto que sus esencias son cosas indivisibles (a saber, puesto que cada una de las formas específicas existe en él de forma unitaria), la ciencia de este intelecto separado es una razón de su elevación aunque los objetos de la misma [ciencia] sean múltiples, de acuerdo a la multiplicidad de las especies. [...] En efecto, las formas que se encuentran hoy en algunas materias son, en el Intelecto Agente, una sola forma abstracta, pero no en el sentido de que ellas hayan sido abstraídas después de haber existido en las materias, como ocurre en el intelecto en acto. [...] Es ésta la razón de que la Esencia del hombre, o el hombre en aquello que constituye su Esencia, sea aquello que hay de más próximo al Intelecto Agente. [...] Ésta es la concepción del intelecto separado, es decir, del Intelecto Agente, tal como se concibe a sí mismo. Y éste es el fin último de todos los movimientos" - Apéndice de [posiblemente] al-Farabi añadido por Moisés de Narbona a "El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Decimoséptimo].

Y dentro de todo este Camino hacia la purificación del Alma se encuentra "El Régimen del Solitario". En él, Avempace, siguiendo la línea de la República de Platón, aborda de forma breve y esquemática el tema de la Ciudad Perfecta. No se detiene mucho en ello, por la simple razón de que la ciudad perfecta, en contraposición con la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía, es aquella que está conformada por hombres y mujeres perfectamente iluminados y cuyo gobierno facilita que dicha Perfección sea alcanzada por sus habitantes, motivo por el cual para su realización lo único necesario es mostrar a los demás el Camino hacia la Sabiduría. Lo que caracteriza a la Ciudad Ideal es que en ella no hacen falta ni médicos ni jueces, pues ni hay altercados que requieran de jueces ni hay dolencias derivadas de la mala vida, siendo cada uno capaz de prevenirse en salud y de conocer el remedio si el caso es dado. En este tipo de ciudad el ser perfecto puede convivir y socializar con los demás sin problemas, no siendo así, en cambio, en el resto de modelos de gobierno. En las ciudades imperfectas, alejadas de la Verdad, muchas veces el hombre sabio se ve obligado a aislarse y tornarse solitario, a fin de poder lograr su máximo objetivo: el de poner fin a su existencia. En tales condiciones, el muttawahhid (solitario) deberá proceder respecto a la sociedad de la forma que le parezca más conveniente, a la espera que sean las gentes y el gobierno los que vuelvan su vista hacia su forma de ser, y no al contrario. Y mientras no sea así, él permanecerá entre los demás como uno cualquiera, pero ajeno a los demás; como un extranjero (terminología sufí), ocupando su tiempo en lograr el Objetivo Primordial. Y es en este objetivo, por lo tanto, en lo que se centra prácticamente la totalidad del libro.
En lo que existe de obra, Avempace se dedica hacer un estudio más bien descriptivo, mediante términos aristotélicos, de las acciones, las formas y el Alma, así como de lo que le acerca a esta última a la Divinidad y le permite ver con claridad y de lo que le aleja de Lo Divino y la mantiene sumida en la completa ignorancia y ceguera.

"Por lo que respecta a los hombres felices, si es posible que existan, sólo tienen la felicidad aislándose y, en consecuencia, el régimen correcto únicamente será el del [hombre] aislado, tanto si se trata de uno solo como si son más, en tanto no se una la comunidad o la ciudad a sus doctrinas. A estos [solitarios] es a los que los sufíes designan con el nombre de extranjeros, ya que, aunque vivan en sus propios países o entre sus compañeros y vecinos, [en realidad] son extranjeros en sus ideas pues se han marchado con sus pensamientos a otros niveles [de vida] que son para ellos como sus patrias. Nosotros, en este tratado, nos proponemos [discutir] el régimen de este hombre solitario, pues es evidente que a este tal le ha alcanzado algo que no es natural. Trataremos, pues, de cómo debe regirse [este solitario] para que alcance la máxima perfección de su existencia.[...]
Por tanto resulta claro que el solitario, dada su índole, no debe acompañarse de los hombres materiales ni de los que tienen un fin espiritual mezclado con materialidad ni aún de los que no tienen por fin lo espiritual absoluto, sino que está en la obligación de rodearse de la gente de ciencia [filósofos. Nota del autor]. Pero, como los hombres de ciencia escasean en algunas formas de vida social mientras que son abundantes en otras e incluso llegan a faltar por completo en algunas, por esa razón el solitario está obligado en algunas sociedades a apartarse por completo de la gente, en cuanto le sea posible, y no mezclarse con ellos sino en las cosas necesarias o en la medida en que les es indispensable. [Debe el solitario alejarlos de sí, porque no son de su especie; no se mezclará con ellos, ni dará oído a su charlatanería. [....] ¿Convendría al solitario convertirse en juez de aquellos en medio de los cuales habita? Mejor, en verdad, será que se consagre a sus ejercicios del culto divino y que eche lejos de sí tan pesada carga, perfeccionándose a sí mismo y brillando para los demás como una luz. En secreto es como debe entregarse al culto del Creador, como si esto fuese una cosa vergonzosa, y así se perfeccionará tanto en su ciencia como en su religión y agradará a Dios]." - El Régimen del Solitario, Capítulo Primero.
"Pues [el que tiene] el temperamento filosófico, cuando se decide a llevar a cabo la perfección última, realiza tales acciones. Por eso, todo el que prefiera su materialidad a cualquier otra cosa de su espiritualidad no podrá alcanzar el fin último. Por tanto, no habrá ni un solo [hombre] material que sea feliz, mientras que todo hombre feliz será puramente espiritual. [...]
No tomará de lo corporal más que lo que debe servir de medio para prolongar la existencia, pero sin que le aparte del todo de lo espiritual; del mismo modo, no tomará de lo espiritual sino lo más sublime que es necesario para lo inteligible, quedándose al final en lo inteligible absoluto. Con la corporeidad el hombre es un ser; por la espiritualidad es más noble; por la intelectualidad es un ser divino y virtuoso. Así pues, el que tiene Sabiduría es necesariamente un ser virtuoso y divino. Este tal toma lo más perfecto de cada acción y comparte con todos los niveles de hombres las más excelentes cualidades con que se caracteriza cada uno de ellos, distinguiéndose, sin embargo, de éstos porque [lleva a cabo] las acciones más virtuosas y nobles. Y cuando llega al fin del mundo, comprendiendo racionalmente las inteligencias simples y las substancias que se mencionan en la Metafísica, en el libro 'Sobre el Alma' y en el libro 'Sobre el Sentido y lo Sensible', entonces se hace de aquellas inteligencias y en verdad [se le puede aplicar en ese momento el calificativo] de únicamente divino, despareciendo de él las cualidades sensibles caducas así como las excelsas espirituales. Sólo le cuadrará entonces el [nombre] de simplemente divino." - "El Régimen del Solitario", [Capítulo Tercero], Artículo [Decimoprimero].

No cabe decir, por supuesto, que el libro muestra una visión completamente utópica de la forma de gobierno idónea, totalmente alejada de la Realidad. Tratándose de una visión, pues, guiada por el deseo de poder ver en vida tal ciudad, se convierte en una fuente de sufrimiento importante para Avempace; deviniendo la reclusión, en él, en dolor. Para comprender cómo es posible que Avempace incurra en tal error, no obstante, hay que tener en cuenta que, si bien el libro está redactado en una fase muy avanzada del viaje que éste emprendió hacia el conocimiento, en el momento de ser escrito, la Esencia de su autor todavía no había logrado liberarse, razón por la cual pueden detectarse en el texto frases, ideas y pequeños detalles algo alejados de la plena Sabiduría. Pero como toda obra, debe ser juzgada y valorada teniendo en cuenta la evolución de quien lo escribe; así pues, uno puede comprobar cómo el Alma anclada a Avempace pudo muy bien lograr su objetivo cuando lee uno de sus escritos posteriores, como "La Carta del Adiós" o su obra verdaderamente cumbre; el "Tratado de la unión del Intelecto con el hombre", complementarias e imprescindibles para entender correctamente "El Régimen del Solitario". En ellas, Avempace discurre acerca del estado de comprensión absoluta.
"Nosotros solamente buscamos aquí el Régimen del Solitario. Las formas espirituales falsas producen hipocresía, astucia y otras habilidades parecidas. Estas formas [falsas] y sus diversas clases abundan en la forma de vida [política y ciudadana] que existe [actualmente] hasta tal punto que se piensa que quien las conoce tiene Sabiduría. Creen que en esto consiste [precisamente] la Sabiduría y piensa el vulgo y la mayor parte de la gente que los ideales de estas ciudades son la vida intelectual de que habla Aristóteles en el [libro] sexto. Y cuando oyen hablar de que la condición [para tener] inteligencia es que quien es inteligente [debe] ser virtuoso, sus mentes se apartan de ello ofuscadas y piensan que esto es necedad, cortedad en la consecución de la felicidad] y una de las formas de estupidez. [...] Pero si se estudia a fondo todo esto, aparece claro que la cosa es al contrario de lo que ellos piensan." - El Régimen del Solitario, [Capítulo Tercero], Artículo [Segundo].

Siendo el modo de escribir de este autor seco, denso y difícil de entender [no porque no supiera hacerlo de otra forma, pues era un gran poeta, sino porque su intención no era la de impresionar ni dar miel a nadie], en contraste, por ejemplo, con los diálogos de Platón, resulta lógico que no consiga despertar entre la gente, poco acostumbrada a hacer uso de la razón, tantas simpatías como pueden hacerlo Nietzsche u otros escritores más elocuentes y propensos a jugar con las emociones del lector. Aún así, el conocimiento transmitido por Avempace es verdaderamente importante y esencial, mucho más digno de ser leído para todo aquel que haya emprendido su propio Camino hacia el Saber.


"La ciencia del alma precede a todas las demás ciencias físicas y matemáticas en todo tipo de dignidad. Además, todas las ciencias exigen la ciencia del alma, no siendo posible conocer los principios de las ciencias si no se conoce el alma y lo que ella es por definición, de acuerdo con lo que se demostró en otros lugares. Más todavía, es cosa sabida que el que no está seguro de conocer el estado de su alma no merece estar cierto de los otros conocimientos que tenga. Así, pues, si no conocemos nosotros la condición de nuestras almas y qué son y si no nos resulta claro si lo que de ellas se dice es cierto o no es fiable, no podremos confiar de otras cosas que nos resultan obvias." - Avempace en "Sobre el alma".

El pensamiento de Avempace parte del conocimiento aristotélico y del de Al-Farabi principalmente, pero con una fuerte influencia neoplatónica, sufí y del libro de La República, de Aristocles. Partiendo de esta base, bajo su propio esfuerzo, irá construyendo poco a poco su modelo particular, cuyo fundamento no difiere en nada al impartido por el resto de grandes buscadores de la Verdad que ha conocido la historia, como son Aristocles, Siddharta Gautama, Lao-Tse o Vardhamana Mahavirá. Pues, nazca donde nazca uno, Verdad hay Una sola, y todo aquel que consigue encontrar el modo de alcanzarla [el de la comprensión y la extinción del deseo], si es esa su voluntad, terminará por descubrirla. Siendo así, aunque con distintos términos y formas de expresarse, las conclusiones siempre resultan ser las mismas.

"El fin humano es Uno Solo, el cual es El Principal, estando cada uno de los otros fines, sean cuales sean, subordinados a éste. El hombre señor por naturaleza es el que se prepara para este fin. Y quien no se prepara para este fin, está por naturaleza gobernado. Por eso hay gentes que están por naturaleza gobernadas y las hay que tienen el señorío por naturaleza. Unos dominan a los demás y otros son dominados por otros. Se demostró en muchos lugares que aquel fin es Eterno, que no es generable ni corruptible y que es o los inteligibles o uno de ellos." - Avempace en "Sobre el fin del hombre".

El autor de la Nuba Al-Istihlál, el origen del actual himno de España, todavía hoy se desconoce; Avempace ha sido sugerido como uno de los candidatos.

Vea también: " Tratado de la unión del Intelecto con el hombre", " El Mito de la Caverna. Segunda parte", " La República o el Estado".


Volver a la Portada de Logo Paperblog