Por fin. Llegó el día. Han vuelto a sus lamentos. No es que durante estos meses haya estado mal en mi refugio, descubrí un lugar bonito y no me faltó el agua ni en las jornadas más calurosas. Pero como en casa no se está en ninguna parte. Sus días pasaron y he podido regresar a mi paraíso. No lo he encontrado como lo dejé, ellos siempre marcan el territorio, aunque su propiedad sea compartida. Algunas de las huellas de este año tardarán miles en desaparecer. Pero yo vuelvo a volar libre, en armonía con el viento, en mi casa, sin el ruido molesto de los hombres.
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