Un mes y dos días después, Aminetu ha vuelto a España. No va a estar mucho tiempo, el justo para someterse a un chequeo médico y para renovar su permiso de residencia. La verdad es que es una alegría verla caminar otra vez por el aeropuerto de Gran Canaria después de la huelga de hambre que mermó su salud y que, dicho de sea de paso, volvió a colocar la descolonización pendiente del Sahara Occidental en el centro del debate político español.
Sin embargo, Haidar no es la única activista saharaui que lo ha pasado mal. Desde el pasado 8 de octubre, hace más de tres meses, seis hombres y una mujer están encerrados en la prisión marroquí de Salé por haberse atrevido a denunciar las barbaridades cotidianas que se viven en los territorios ocupados. Al igual que ocurrió con el caso de Aminetu, el mundo debería poner sus ojos en estos siete activistas y exigir su liberación, sobre todo después que se conociera que están siendo sometidos a todo tipo de vejaciones, nunca confirmadas, como es costumbre, por parte marroquí.
Estos días hemos asistido a los redoblados esfuerzos de Marruecos por sacar adelante su plan de autonomía para el Sahara Occidental. Hoy, más que nunca, la comunidad internacional debe afianzar su compromiso por una solución pacífica, justa y negociada para este conflicto que está envenenando las relaciones entre los países de la zona y que afecta, vaya que si afecta, a la estabilidad y seguridad en el Mediterráneo.
Ya va siendo hora de que se cumpla la legalidad. Permitir que Marruecos se salte a la torera todos los instrumentos legales de los que nos hemos dotado y pisotee los derechos del pueblo saharaui sería como claudicar ante la barbarie. No es una cuestión de que ganen unos y pierdan otros. Las opciones son la justicia y el derecho, por un lado, o su derrota, por el otro. Si se adopta una decisión unilateral sin contar con la voluntad de quienes van a sufrir las consecuencias, sería como asestar un golpe definitivo a la democracia y a la confianza en los organismos internacionales.
Aminetu Haidar ha vuelto para recordarnos que las violaciones a los Derechos Humanos se siguen produciendo en el Sahara y que la espina de la resolución definitiva de este anacronismo de la Historia sigue clavada y supurando.Ya está bien de mirar hacia otro lado y de hacer como que no pasa nada.