Un poco más tarde de lo que se suponía, pero… Peggy is back, bitches! Y eso es una gran noticia porque Agent Carter fue una de las revelaciones del año pasado y otra de las renovaciones milagrosas de la ABC, que va a ser mi cadena favorita por siempre jamás por regalarnos una segunda tanto de Agent Carter como de Galavant. Y esperemos que se estire y, a pesar de las audiencias, las renueve por una tercera temporada, ya que son una especie de comodín para emitir entre los parones de Agents of Shield y Once upon a time.
Pero, bueno, no adelantemos acontecimientos y centrémonos en la segunda temporada de Agent Carter, que el martes emitió su tercer episodio.
No puedo estar más contenta con cómo están enfocando la temporada, ya que están mezclando los cabos sueltos de la primera temporada con un montón de novedades que pintan muy bien. Así, sólo en el primer episodio, The lady on the lake, teníamos la detención de Dottie en una escena de lo más épica a cargo de Peggy y la presentación del nuevo caso.
Nuevo caso y nuevo escenario, pues en esta ocasión abandonamos el Nueva York de la primera temporada para conocer Los Angeles, lo que mola muchísimo pues los años cuarenta es una gran época para ambientar la historia ahí. Estudios de cine, actrices, ese aire como de película antigua y el glamour de la época dorada de Hollywood. Vamos, en lo que respecta a ambientación no han podido acertar más y, además, de esta manera la segunda temporada tiene su propia personalidad: es más luminosa, más elegante y en cierta manera, algo decadente, lo que le sienta de maravilla.
Encima, el caso de este año pinta muy bien. Pongámonos en situación:
Ha pasado un tiempo desde que Peggy demostrara que Howard Stark no era un traidor y desde que los rusos acabaran con el jefe Dooley. Por eso, Jack está a cargo de la S. S. R., mientras que Souza dirige la división de Los Angeles. Es precisamente ahí donde aparece una mujer asesinada, dentro de un bloque de hielo en un lago. Como claramente pasa algo raro en Los Angeles, Souza pide ayuda y Jack le envía a Peggy para quitársela de encima.
Una vez en Los Angeles, Peggy no sólo se reencuentra con Souza (con quien ahora tiene una relación un tanto rara), sino también con Jarvis. Éste se encuentra en la ciudad porque Howard ha abierto un estudio de cine y no ha dudado en acogerla y ayudarla en lo que fuera necesario. Pronto se dan cuenta de que el asesinato de la mujer es mucho más complicado, ya que tiene que ver con una misteriosa compañía, Isodyne, que oculta secretos como la materia cero, una substancia que nadie sabe lo que es, pero que resulta muy, muy peligrosa.
Para liarlo todavía más, el dueño de Isodyne resulta ser un hombre poderoso que se postula para senador, así que la S. R. R. no lo va a tener fácil para investigar, a pesar de contar con ayuda del interior, la del doctor Wilkes, que parece interesado en Peggy.
Como ya he dicho, la trama de esta temporada promete mucho, sobre todo porque, además de espionaje, tenemos un caso extraño, que sería más propio de Shield. La materia cero es algo que no se conoce, pero que abre muchas posibilidades y que, encima, ha hecho que en esta temporada Peggy se tenga que enfrentar a alguien con poderes. Parece que, poco a poco, nos vamos acercando al origen de Shield, mientras exploran elementos que serán importantes en el universo cinematográfico, pues se supone que la materia cero será fundamental en Doctor Strange, una de las películas marvelianas que están por llegar.
La verdad es que es increíble lo bien que se lo monta Marvel para darle coherencia a todo ese entramado de películas y series y que, encima, se puedan ver de forma independiente. En ese sentido, no deja de maravillarme lo bien que utilizan sus series para presentar o desarrollar mitología que usarán más adelante.
En lo que respecta al caso, también es interesante que Peggy acabe enfrentándose a otra mujer, en este caso Whitney Frost, que ha sido infectada por la materia cero y eso le está trayendo consecuencias. Es curioso como en una serie donde la gran mayoría del reparto es masculina, sean ellas las que en realidad manejan el cotarro: no sólo Peggy es la gran protagonista, sino que sus mayores y más peligrosas rivales han sido mujeres.
También se han encargado de dotar a Peggy de una aliada, una amiga que haga de Peggy algo más que una espía. En este caso, en lugar de Angie (¡se te echa de menos, Angie, con lo bien que estarías en Los Angeles con tanta película y tanto actor!), tenemos a la mujer de Jarvis, Ana, que es femenina, descarada y divertida. No es que Ana haya salido mucho, pero ha dado grandes momentos con el Dúo dinámico, así que espero que la veamos más.
Y es que Peggy está rodeada de hombres, algo lógico ya que vive en un mundo de hombres al ser la época que es. Eso sí, por suerte en esta temporada Peggy no encuentra tanto problema y está mejor valorada, algo que se refleja sobre todo en Jack, que siempre me da la sensación de que la teme como a un nublado: Peggy es muchísimo más capaz que él, algo que sabe, por lo que no duda en apartarla de primera línea en cuanto puede. Eso sí, nuestra Peggy es mucha Peggy y siempre se las apaña para acabar envuelta en un señor caso.
Jack, por cierto, sigue cayéndome fatal, aunque aprecio el esfuerzo de los guionistas por profundizar en él como persona. Ya no es sólo el compañero desagradable, machista y trepa, sino que le están dando matices: la presión familiar, el temor a fallar... Sí, sigue teniendo los primeros rasgos, ya que Jack es Jack, pero me parece interesante el que tenga su propio dilema: seguir lamiendo culos como bien sabe para meter la cabeza en el flamante mundo del FBI o hacer justicia y pagar las consecuencias. La verdad es que no sé qué hará, pues la temporada pasada parecía que iba a apoyar a Peggy y, al final, se las apañó para quedar por encima y acabar ascendido a jefe de la S. R. R. Vamos, que puede salir por cualquier lado, aunque miedo me da por lo que se pueda decantar.
Por otro lado, Peggy sigue contando con sus apoyos de siempre: desde ese Howard Stark pasado de rosca, que ahora está ocupado con su estudio y sus mujeres, pero no duda en echarle una mano cuando lo necesita, hasta Sousa, el único de la S. R. R. que la tomó en serio y se dio cuenta de su traición, pasando por Jarvis.
Jarvis sigue siendo el que mejor funciona con Peggy. No sólo es adorable, sino que también es divertido y se nota el aprecio verdadero que siente por nuestra heroína. Trabajando juntos se contrapuntan a la perfección y, además, resultan divertidísimos juntos hasta cuando alguien ataca a Peggy y el pobre Jarvis la ayuda como buenamente puede. Además, resulta de lo más bonito el como se preocupan el uno por el otro y como, más que aliados, son amigos.
Además, ¿se puede ser más amor que Jarvis? Ainss.
En esta temporada, además, los hombres de Peggy tienen su importancia, ya que se ha añadido el elemento romántico. Durante la primera, la vimos lidiar con la muerte de Steve y en cómo lo iba dejando marchar, mientras que aquí ya tiene hasta pretendientes. El más evidente es el doctor Wilkes, que no duda en ayudarla y lo acaba pagando caro, por lo que Peggy se siente muy responsable de él, además de atraída por él. La verdad es que Peggy no puede ser más adorable al desenvolverse tan mal en el ámbito sentimental, con esa torpeza.
Y luego tenemos a Sousa. Ay, Sousa. A mí es que este hombre también me derrite el corazón. No tanto como Jarvis, porque eso es imposible, pero Sousa me parece la monez y ya me gustaba con Peggy en la primera temporada, aunque ella no estaba para eso. Y precisamente por eso nos están dando drama romántico: ella está interesada, él siente algo por ella (sólo hay que ver su reacción cuando cree que Peggy está en peligro), pero el rechazo de Peggy le hizo dejar Nueva York y ahora tiene novia.
Vamos, que ningún ship me da un respiro. ¡Ninguno!
Pero, bueno, imagino que nos darán alguna alegría, porque sabemos por las películas que Peggy se casa y, encima, Agent Carter sigue molando muchísimo. Por eso no entiendo su audiencia y ya voy encendiendo velas por ella y por Galavant porque son fantabulosas y se merecen una tercera temporada cada una.