La brillante Convención Nacional Republicana y los últimos éxitos de Trump, han puesto de relieve que el presidente ha regresado con fuerza a la contienda electoral con una renovada estrategia de reelección. En unos días se ha cambiado el enfoque de la narrativa informativa, desplazándolo del COVID-19, sobre el que los medios y los demócratas llevan meses machacando, para centrar el foco más en la economía, los empleos, la prosperidad de las comunidades blancas, hispanas, asiáticas y negras durante estos cuatro años, la consolidación de las clases medias, un importante acuerdo de paz en Oriente Medio, medidas para hacer frente a China, recortes en la presencia de tropas en Alemania e Irak, la reforma del sistema penal, la gestión de los desastres del huracán Laura en Texas y Louisiana, etc.
El discurso de aceptación de la candidatura del Partido Republicano para la presidencia, desde la Casa Blanca, ha dado un respaldo formidable a Trump, que incluso en las encuestas más manipuladas por los medios arrojan subidas de varios puntos, superando a Biden en estados decisivos como Michigan, Pennsylvania, Ohio y Florida.
El mensaje de ley y orden del presidente se está consolidando en la sociedad y cada vez llega a más personas, que se sienten identificadas con la necesidad de apoyar a las fuerzas de seguridad y la policía frente a los terroristas urbanos de Antifa y BLM, que siguen provocando disturbios, saqueos y violencia en las ciudades y estados donde gobiernas alcaldes y Gobernadores demócratas.
Cada vez más, ciudadanos de toda condición social y raza deciden votar a Trump, no sólo hombres y mujeres blancos de los suburbios, mayores de 65 años, cristianos y clases medias, sino amplias franjas de población negra, hispana, hindú y asiática, entre otras minorías.
Trump está sabiendo jugar sus cartas hábilmente, con unos medios claramente en contra, unos demócratas radicalizados e incluso Republicanos Sólo de Nombre (RINOs) del establishment organizando grupos para desprestigiarlo. El impacto de los mensajes de Trump han sido demoledores y lo vemos en los datos que rodean a la Convención Nacional Republicana, durante la cual la campaña electoral de Trump recaudó 76 millones de dólares y generó 147,9 millones de visitas en televisión y on line por internet. Es decir, 25 millones más de visitas que las obtenidas por Joe Biden y los demócratas.
El presidente ha aprovechado este auge para lanzar su agenda de cara al segundo mandato presidencial, centrada en promesas sobre economía, empleo, atención médica, inmigración, renovación del Tribunal Supremo y tribunales inferiores con jueces conservadores y originalistas, más financiación para la policía, y una continuación de sus políticas hasta ahora centradas en "América Primero".
Pero si hay un tema en el que Trump destaca y se lleva el apoyo mayoritario de los ciudadanos es la guerra cultural e ideológica que se libra contra la izquierda radical a la que se ha abrazado el Partido Demócrata como si fuera una pilingui que lo pone a tono, que ampara los disturbios y la violencia en las calles. Estas elecciones se han convertido en una batalla entre la razón y la barbarie, el sentido común y la intolerancia de la izquierda. En suma, entre la estabilidad y la prosperidad que garantiza Trump y la miseria y la anarquía y el desorden que traería una presidencia de Biden.
Frente a Joe Biden, que se esconde y no da la cara y busca subterfugios para no debatir, Trump enfrenta los temas candentes todos los días, contestando preguntas incómodas y dando explicaciones con transparencia. Frente a Biden y Pelosi, que cada vez parecen más huidos de la realidad y como si se hubieran escapado de una institución mental, Trump es un derroche de energía constante, sentido del humor, optimismo y medidas de gobierno efectivas.
Los debates, precisamente, que empezarán a finales de septiembre, podrían ser la puntilla que le dé Trump a Biden y el final de la carrera política del demócrata, que parece estar más para que le den sopitas que para gobernar una nación como Estados Unidos.
Cuando los medios ya celebraban la derrota de Trump de forma anticipada, pensando que sus ataques continuos al final habían dado resultado, el presidente ha destapado su nuevo plan sacado de la factoría de los milagros Trump y su sombrero mágico. Por supuesto que Trump tiene un plan y está dando resultados.
La recta final de la campaña electoral va a ser a prueba de infartos y emocionante, se lo aseguro. El plan de Trump lo llevará a la victoria en noviembre y a ser reelegido. Los mensajes de la campaña están calando en los ciudadanos porque saben que el presidente cumple sus promesas, a diferencia de Biden, que lleva más de 40 años en Washington D.C. vendido a otros intereses que no son los del pueblo y con un historial vergonzoso.
Con Trump en la Casa Blanca, los ciudadanos saben que tendrán ley y orden, prosperidad, empleos y una nación fuerte y más libre. Trump es quien nos separa de los peligros del socialismo y sus miserias. Y es Trump quien va a ganar estas elecciones trascendentales con claros mensajes de optimismo