El remedio consciente

Ser padres, implica tener una enorme responsabilidad sobre el mundo que se generará en los próximos tiempos.  Las futuras generaciones irán asumiendo el control (por decirlo de alguna manera) del cambio positivo o en el peor de los casos del caos inminente que pueda desatarse a raíz de la extrema violencia que se gesta comúnmente en el hogar o en las escuelas.  Los niños en algunos casos son dejados a su suerte, sin ser disciplinados en lo que significa el respeto a sus semejantes.  La violencia en contra de los animales se manifiesta en cualquier esquina que frecuentamos; especialmente contra perros y gatos, que son maltratados a mansalva sin un ápice de arrepentimiento por su dolor, obviando la empatía y dejando salir todo el cúmulo de resentimientos que en algún momento, por alguna circunstancia se generó en aquel ser torturador.

Debemos estar conscientes que cada uno de nosotros tenemos en nuestras manos la  difícil tarea de formar seres humanos de bien,  inculcando el respeto, la honestidad y cada uno de los valores que se han ido quedando rezagados  en el tiempo y que para muchos sólo forman parte de un viejo patrón de comportamiento que a quedado fuera de moda.  El avance de la violencia en nuestra sociedad nos está hablando claramente del abandono que está sufriendo el amor, la disciplina, etc. en nuestros hogares.   Comentarios generales en las redes sociales, nos invitan a observar el grado de irrespeto con que se dirigen ciertas personas a otras, por el simple hecho de tener cierta discrepancia en cuestiones religiosas, políticas, de opinión, culturales, etc. La diferencia de razas también es motivo frecuente de insultos entre seres humanos, cosa que ha debido quedarse muy atrás en los tiempos oscuros de la historia.

Somos de hecho formadores de futuro y hasta el lenguaje que usamos puede repercutir en las respuesta  que darán nuestros hijos a nuestra crianza, puesto que como dicen por allí la vida es un espejo   que nos hace ver claramente las imágenes que nos forjamos en nuestro mundo, haciéndonos personas libres o esclavas de nuestras tendencias positivas o negativas.