Revista Cultura y Ocio

El replicante

Publicado el 13 agosto 2018 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

El replicante

Había una vez una vida sin vida. Tenía carne y hueso, aparentemente era una persona, pero caminaba por una vida sin rumbo y sin demasiado sentido. Vivía porque tenía que vivir, y porque la alternativa a la vida asustaba y mucho.

Era una vida lo suficientemente inteligente para resolver el papeleo y realizar procesos mecánicos en general, pero eso de las emociones, los sentimientos, y cualquier otra razón que motivaría a una persona para seguir viviendo y tener motivos para celebrar la existencia en sí misma, eran materias desconocidas para aquella vida.

Contaban los más veteranos del lugar que esa vida parecía persona alguna vez. Que algunas veces parecía que sonreía, que hasta rumoreaban que alguna vez estuvo contento. Y hasta algunos decían que cosechó algunos éxitos hace tiempo, y que tenía motivos muy nobles para tener una vida medianamente buena.

Pero según tenían entendido, fue a partir de que entró más en contacto con la rutina y con una parte de la sociedad, cuando empezó a perder vida. Los síntomas empezaron con la presión social, transmitida por contacto directo con otras personas, y que hizo que la personalidad de esta vida se fuese anulando poco a poco. La enfermedad de aquella vida derivó en una crisis existencial grave, que eliminó la mayor parte de su originalidad, e hizo que su voluntad se doblegara ante lo que la sociedad esperaba de él.

La enfermedad siguió su curso, y aquella vida vacía siguió con su existencia de cascarón, hasta que un día, le sucedió una fatal desgracia, que hizo que conociese la alternativa a la vida, y se quedase allí para siempre. Cuando en aquel lugar todos se enteraron de lo sucedido, volvió a ser una persona. Eso sí, ya no existía, pero desde que ocurrió aquel suceso, todo el mundo se llamó persona, no antes.

Bienvenidos a la sociedad de los replicantes. Prohibido ser persona.

Simón de Eiré


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