Revista Cine
"Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la iglesia católica y las demás confesiones."
Lo que transcribo es el artículo 16 de nuestra Constitución. La foto es de ayer mismo, del parque del Retiro, en Madrid, un parque público, si no me equivoco, que se ha llenado de confesionarios, quizá en el enésimo intento de catequizar a la gente a la calle. Si la gente no va a la iglesia, que la iglesia salga a por la gente.
Con la llegada del papa Ratzinger a Madrid se ha generado un interesante debate acerca de los límites de cooperación del Estado con la iglesia católica. ¿Llegan hasta tal punto las obligaciones que han de asumirse gastos desmesurados en tiempo de crisis? Los peregrinos cuentan con estancia gratis (a cargo de los colegios estatales), transporte prácticamente gratuito (en la misma semana en la que el metro de Madrid sube un 50% para el resto de los mortales), las calles principales de Madrid se cortan desde hoy al tráfico rodado, surgen estructuras gigantescas para los actos y las grandes empresas realizan donaciones amparadas por una suculenta desgravación fiscal. Además, lo que me parece más grave, afean el maravilloso parque del Retiro plantando esas horribles estructuras que hablan de uno de los elementos en los que la iglesia ha basado su poder durante siglos: la confesión. Para quien quiera saber más, remito al interesante libro del historiador Jean Delumeau, "La confesión y el perdón". Me gusta mucho más el Retiro cuando está lleno de casetas de la feria del libro.
A los que argumentan que aunque el Estado va a gastar unos millones de euros los beneficios van a ser mayores, yo les propondría que echaran un vistazo a alguna historia de España de carácter imparcial y evaluaran los beneficios que nos ha traído históricamente la iglesia católica y a quienes ha favorecido sistemáticamente su influencia casi permanente en las decisiones políticas y sociales en este país. No soy yo el único que opina así, hay muchos cristianos de base, simpatizantes del 15-M para más señas, que ven a la cúpula de la iglesia podrida y dando la espalda al mensaje de Jesucristo. Es mejor un caro espectáculo de masas que volcarse con los más desfavorecidos.
Hablando del 15-M, su reciente desalojo de la Puerta del Sol no fue una casualidad. Tiene que ver con todo esto, con el deseo de las autoridades de que el papa vea un Madrid limpio de elementos subversivos. Como era de esperar, han conseguido justamente lo contrario. Ahora intentan que no se celebre una manifestación en contra de la subvención estatal a esta visita. Todas las opiniones son iguales, pero unas más iguales que otras.
A mí particularmente no me parece bien que venga el papa. Si viene como jefe de estado, que trate asuntos de estado (no estaría mal que se volviesen a negociar los abusivos acuerdos con el Vaticano de 1979) y si viene como líder religioso, que pague sus celebraciones de su propio bolsillo. ¿Se imaginan que Hugo Chávez viniera aquí como jefe de Estado y aprovechara para realizar actos masivos de reafirmación socialista? ¿Les parecería bien que el Estado español le subvencionara, le pagara la seguridad, alojara a los seguidores chavistas y plantara banderas bolivarianas en el Retiro? Pues esto es prácticamente lo mismo. Y no me digan que la mayoría de la población española es católica, porque me echo a reir. Yo fui educado como católico y se cuales son las obligaciones básicas de esta religión. Soy muy aficionado a visitar iglesias, no por motivos religiosos, sino artísticos y cuando entro a alguna y da la casualidad de que se está celebrando una misa, las personas de menos de sesenta años brillan sistemáticamente por su ausencia. Ahora bien, para bodas, bautizos, comuniones, semana santa o eventos rocieros, acuden las masas. Pero a eso no podemos llamarlo sentimiento religioso. Eso es otra cosa.
A todo esto, hay algo que en todo esto que me ha gustado. El cardenal Rouco, quizá por haber leído ese pasaje de Galdós que dice: "...el mes de agosto, el mes en que Madrid no es Madrid, sino una sartén solitaria" ha pedido rezar para que no haga demasiado calor en los días de visita del papa. No por su santidad, que disfrutará de sofisticados sistemas de aire acondicionado en sus misas y actos, sino por los peregrinos. A ver si entre todos consiguen que el resto de agosto en Madrid sea fresquito. Yo tengo previsto viajar allí al día siguiente de que se vaya el papa. No estaría mal aprovecharse, aunque sea un poquito, de la devoción ajena.