Es fundamental recuperar la participación
ciudadana, colectiva, en los municipios, así como tener presente las
potencialidades educativas del territorio.
Aunque sé que estos procesos ocurren en muchas localidades del país, hoy
quiero hablarles de mi ciudad, Getafe, para trascenderla y reflexionar sobre la
relación crucial entre las instituciones locales y educativas. Hace poco tiempo
tuvimos un debate en el resucitado Consejo Escolar Municipal de Getafe en torno
al reto de construir un proyecto educativo de ciudad. Lo convoca la Concejalía
de Educación y está formado por miembros de los centros educativos, las
asociaciones de familias, de renovación pedagógica, los sindicatos y partidos
políticos. Es un órgano consultivo de la administración educativa local.
En ese encuentro se trataron tres problemáticas de gran interés en la
perspectiva de construir colectivamente un proyecto educativo de ciudad. La
primera partió de una realidad constatada con frecuencia: el
alejamiento en los últimos años de la institución municipal de la participación
asociativa y colectiva en los asuntos locales. Su prioridad fue la atención a
lo individual y el desprecio a lo colectivo. Lo sufrimos en las
asociaciones de todo tipo, también en las educativas. Por ello se manifestó la
necesidad de promover ahora, desde las políticas locales, prácticas ciudadanas
proactivas y de compromiso individual y colectivo con su entorno.
Se apunta la importancia de que la acción política municipal camine en
una doble dirección. Por una parte, fomentar su labor de servicio y lucha
contra las realidades sociales injustas y problemáticas (paro, pobreza,
marginación, fracaso escolar, discriminación…) y a favor de la implicación en
esas problemáticas de las tramas asociativas de los ciudadanos; por otra,
promover el apoyo a estas asociaciones respetando sus dinámicas horizontales,
más allá de la rentabilidad política de los gestores municipales. Es el momento
de crear marcos de confianza mutua en los que se restablezca un diálogo abierto
y sincero entre las redes de proximidad (familiares, barriales, escolares…) y
la administración local.
La siguiente cuestión en aquel foro se centró en las condiciones
necesarias para una toma de conciencia colectiva de las potencialidades educativas
del territorio y, en particular, de la ciudad. Es claro que no partimos de
cero y que se ha de aprovechar lo positivo que ya se tiene, pero se precisa la
voluntad política explícita de que la educación esté en los primeros lugares de
interés en las políticas municipales. Esto implica una nueva mirada a la
realidad educativa haciéndose necesario primero, una nueva visión de
los tiempos y espacios educativos más allá del espacio y del tiempo escolar y,
después, una nueva perspectiva de los contenidos curriculares ligados a los
contextos vitales y experienciales en la ciudad.
Los tiempos, espacios y contextos de proximidad también deberían ser
incorporados y tenidos en cuenta en los Proyectos Educativos de los centros
escolares a través de diversas actuaciones del tipo de aprendizaje-servicio, de
participación en las distintas redes sociales y actos culturales del barrio y
la ciudad, entre otra muchas. En las políticas educativas de proximidad la
educación ha de ser un eje transversal a las actuaciones del ayuntamiento, en
el sentido de que cualquier acción cultural, ecológica, económica, urbanística,
tecnológica, etc., tiene que considerar la dimensión educadora y las
necesidades de formación ciudadana que conllevan. El propio proyecto de ciudad
ha de concebirse también teniendo en cuenta esta perspectiva ineludible para la
calidad de la vida de los ciudadanos. Por ello la coordinación de las
diferentes áreas de gestión municipal tienen que tener en cuenta siempre la
incidencia educativa de sus actuaciones.
El último tema giró en torno a las posibilidades que ofrece un
Proyecto Educativo de Ciudad para mejorar la educación en el
municipio. Es necesario que este se integre en un proyecto global de ciudad
habitable y sostenible. La propuesta está en ciernes y se manifestó por parte
del ayuntamiento la voluntad política de poner los medios para sacar adelante
el Proyecto Educativo de Ciudad a medio plazo, sabiendo que son muchas las
cuestiones que dialogar y decidir. Quienes participaron en el debate
explicitaron que este proyecto ha de ser un elemento dinamizador de lo
común a todos los actores en el espacio y tiempo de aprendizaje de la comunidad
local; ha de establecer los acuerdos de actuación común, tanto de las
instituciones como de las organizaciones y asociaciones de los diferentes
agentes respetando la autonomía e interdependencia de cada uno; ha de dar
coherencia a las iniciativas y realidades educativas que ya están en vigor;
deberá poner en marcha las actuaciones de coordinación necesarias entre las
diferentes áreas de coordinación municipales implicadas y los demás actores
educativos de la ciudad, y ha de significar la puesta en práctica de la
perspectiva educadora de todo el quehacer municipal.
El Proyecto Educativo de Ciudad deberá servir para dinamizar la
participación tanto en su proceso de elaboración como en su desarrollo, para
que el protagonismo de la vida local se sitúe en la ciudadanía y lo
institucional no ahogue el dinamismo y la autonomía de las propias
organizaciones. Así pues, si el propósito de realizar un Proyecto Educativo de
Ciudad se hace firme habremos de abrir un diálogo sincero en torno al proceso a
seguir.
Tras la reflexión en el Consejo Escolar Municipal me surgen múltiples
interrogantes: ¿Qué educación queremos para nuestra comunidad local? ¿Cómo
sumar los centros, con sus proyectos educativos específicos, al proceso de
elaboración y ejecución a este proyecto global de ciudad educadora? ¿Cuáles han
de ser los componentes de este proyecto? ¿Conseguiremos que los intereses
colectivos primen sobre los privados y los políticos, urgidos con frecuencia
por la exigencia de resultados a corto plazo? ¿Cómo generar conciencia en toda
la red asociativa de la dimensión educadora de cada una de ellas? ¿Cómo
incorporar a este diálogo a las asociaciones culturales, de vecinos, de
jubilados, de infancia y juventud, ecologistas, deportivas, de salud, de
economía social, empresariales, de defensa de los derechos humanos, feministas,
de solidaridad, de cooperación y recreativas? ¿Es posible encajar lo que ya
existe disperso en un proyecto coordinador de esas realidades con otras nuevas?
¿Seremos capaces de hacer un Consejo de la Educación Municipal que sea
realmente participativo y democrático? ¿Sabremos dar coherencia en el interior
del proyecto a iniciativas como la Casa de la Educación? ¿Daremos respuesta a
problemáticas que tenemos hoy, entre otras, a la jornada escolar, la
escolarización, la defensa y provisión de recursos en centros con mucho
alumnado con dificultades? ¿Cómo haremos para introducir la perspectiva
educadora en planes urbanísticos, por ejemplo, y contar con los niños y colegios
para planificar la ciudad y poner a su servicio parques, espacios de ocio, etc?
Parece clara la intención de impulsar todo este sueño desde abajo, desde
las asociaciones de la educación no formal, desde los centros educativos, desde
la trama asociativa de la comunidad local en coordinación con una corporación
municipal comprometida con la transformación de nuestra ciudad para mejorar la
vida y la educación de la ciudadanía.
Por: Julio Rogero
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/01/20/el-reto-de-construir-un-la-ciudad-educadora/