Una vista de la cárcel de Guantánamo / 20 Minutos
Aprobada la ley de reforma migratoria, ahora el presidente estadounidense, Barack Obama, tiene otra patata caliente entre las manos: el cierre de Guantánamo. Esta cárcel la abrió su antecesor, George Bush, en 2002 en suelo cubano para, supuestamente, combatir el terrorismo internacional.
La realidad es que el penitenciario ha llegado a encerrar entre rejas a más de 700 hombres, muchos de los cuales sin ser juzgados, y han sido víctimas de torturas como se denuncia en el documental “Camino a Guantánamo”, (dirigida por Michael Winterbottom y Mat Whitecross en 200), en el que se relata la vida de cuatro jóvenes británicos de origen pakistaní, que van una boda en su país de origen y acaban la cárcel en suelo cubano.
Ya en campaña, una de las grandes promesas de Obama fue que iba a cerrar esa cárcel, pero claro, ¿qué hacer con los presos? La población de Estados Unidos no quería ni oír hablar de trasladarlos en suelo estadounidense y el problema se ha ido diluyendo en el tiempo. Sin embargo, ahora, en su segundo y último mandato, parece que Obama está decidido a cumplir su promesa.
En este contexto, el pasado domingo 7 de diciembre, seis presos (cuatro sirios, un tunecino y dos palestinos), ninguno de ellos con cargos penales, han abandonado Guantánamo para ir a Uruguay, donde son acogidos como refugiados. El gobierno de ese país interpreta que no pueden regresar a sus sitios de origen, donde podrían ser juzgados injustamente o ser víctimas de abusos.
“(Uruguay) Mantendrá respecto a ellos el más estricto apego a las normas de protección internacional humanitaria, de acuerdo a su solicitud de refugio”, señaló el 7 de diciembre la cancillería de ese país, según destaca la agencia de noticias francesa AFP.
Por su parte, el presidente de ese país, Pepe Mújica, destacó lo siguiente en una carta abierta a su homólogo estadounidense y publicada el 5 de diciembre: “Recogiendo de nuestro mejor pasado esa vocación, hemos ofrecido nuestra hospitalidad para seres humanos que sufrían un atroz secuestro en Guantánamo”.
Un preso conocido
Entre los que han llegado a Uruguay, hay un preso especialmente conocido: el sirio Jihad Ahmed Mujstafa Diyab, que permaneció doce años entre rejas, dos en Afganistán y diez en Guantánamo, sin ser juzgado. Este recluso protagonizó una huelga de hambre y acudió a la justicia estadounidense para que no le forzaran a comer.
Diyab nada más llegar el suelo uruguayo fue a un hospital de la capital Montevideo, según informó su abogada Cori Crider. “Le pregunté por su peso y piensa que esté en 67 kilos. Está rompiendo su huelga de hambre. Lleva tiempo salir de la huelga de hambre”, dijo la letrada en una entrevista que se recoge en el la televisión uruguaya Canal 12.
Crider denunció las condiciones en las que fueron tratados los presos durante el viaje. “Soy americana y me entristece decir que la manera en que mi país trata a las personas a veces es difícil de entender. Sacan a las personas de Guantánamo casi de la misma forma en que las meten. Tan cerca del final, siguen queriendo mantener el control sobre estas personas. Les atan las muñecas, les vendan los ojos y les ponen auriculares. Ni siquiera tienen un asiento apropiado”, espetó la abogada.
De este modo, Uruguay se convierte en el primer país sudamericano en acoger a presos procedentes de Guantánamo. Pero hay un precedente en la región. En 2012, El Salvador acogió dos presos musulmanes chinos de etnia uigur. En ese caso vivieron dos años en el país centroamericano, según informó la BBC, pero ahora se encuentran en un paradero desconocido.
Por su parte, Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), pidió a otros países de la región que tomen el ejemplo de Uruguay para facilitar cuando antes el cierre de Guantánamo. A través de un comunicado, instó a los países del continente a “contribuir en la medida de sus posibilidades, y respetando sus legislaciones nacionales, a crear las condiciones necesarias para el cierre de Guantánamo a la vez que concretar un gesto de solidaridad con personas que no han sido condenadas por ningún delito”.
Y si bien el paso de Uruguay es un paso importante, así como fue el que dio en su día El Salvador, de momento, el cierre de Guantánamo parece lejos. En esa cárcel estadounidense en suelo cubano todavía hay 136 hombres, de 18 nacionalidades distintas, la mayoría yemení, de los cuales 67 no son ni siquiera sospechosos de terrorismo.