IU cantando la Internacional (EFE)
Izquierda Unida (IU) se enfrenta al mayor reto al que jamás se ha enfrentado antes: derrotar al bando neoliberal y de pseudo-izquierdas que ha declarado guerra a la ciudadanía, y hacerlo con el único daño colateral de aquellos que sin levantarse en armas continúan apoyando a ese bando. Y es que para implantar una democracia real, para instaurar la justicia social, habrá que equilibrar la balanza y eso pasa por eliminar privilegios de unos que en la actualidad privan a otros de lo que les corresponde por derecho constitucional.Sin duda, la X Asamblea Federal de IU de este fin de semana dejó claro que el partido es consciente del desafío que tiene ante sí y lo evidenció de dos maneras distintas: por un lado, admitiendo que hasta la fecha no había sido una alternativa real y ahora es su único objetivo, renegando, por ejemplo, de su pasado responsable en la situación -y estafa- de las cajas de ahorro y asumiendo que no volverá a pasar nada parecido.
Por otro, reclamando la unidad de todos quienes se oponen a los ataques neoliberales del Gobierno del PP, de Bruselas y el FMI.Y este que es su punto más fuerte, el de la unidad, se convertirá, sin embargo, en su talón de Aquiles, pues los intelectuales de la derecha -y no tan intelectuales ni tan de derechas- le acusarán de populistas. ¿Es populista quien conecta con el pueblo? ¿Por qué a quién se acerca más a la ciudadanía que a los mercados siempre se le tacha de populista? Pregúnteselo, mirando además de quién suelen partir estas acusaciones.
Cayo Lara comparó a esta nueva IU con Syriza, que en cierto modo constituye uno de los últimos casos de éxito de la política. Y con todo, no estoy del todo seguro si es acertada la comparación, pues aunque en los orígenes Syriza conectó con el pueblo, a medida que la realidad de hacerse con el poder se acerca, él más se aleja de su predicamente inicial. Hasta la fecha, uno de los pocos políticos a los que no se puede atribuir falta de integridad es Llamazares, que desde hace muchos años se mantiene fiel a sus ideales, desde su defensa de lo público a su rechazo frontal a renunciar a sus principios a cambio de unas monedas (él, a diferencia de Felipe González, Aznar, Zapatero o el rey, jamás estrechó la mano de Gadafi, por ejemplo).
Veremos si esta integridad se mantiene intacta de dar el salto de alternativa política al poder. Veremos si esta nueva IU, más reforzada, más social y más de izquierdas que nunca es el referente político que todos estos movimientos sociales, desde el 15-M al 25-S, necesitan para ejecutar en el plano político lo que ahora demandan en las calles.