Revista Cultura y Ocio

El reto de la semana: Hombre y mujer en una rueca

Publicado el 24 enero 2021 por Ana Escudero @_AnaEscudero
El reto de la semana: Hombre y mujer en una rueca

En este segundo reto han participado Paquita Caparrós y Adelina GN. Muchas gracias a ambas. En esta ocasión se han inspirado en la obra "Hombre y mujer en una rueca", de Pieter Pietersz el Viejo. Y ahora os dejo con las dos obras, gozad con su lectura:

Como los juncos mecías
cabellos al viento raso
en el alba y el ocaso
pues mi amor lo merecías.
Ay, de aquellos que poco dan
beben mucho y comen pan
para rellenar la panza,
de ello presumía el truhan
con regocijo y en chanza
el alma negra perderán.

Descubre más obras de Paquita Caparrós
El reto de la semana: Hombre y mujer en una rueca

ESTRATEGIA DE LUJURIA MANUAL
Adelina GN

Mi corazón no debería provocar ni sus pulsaciones alterar, el motivo podréis comprobar, si a mí a la doncella, a leer comenzáis.
Sabéis pues vos, dónde pone su mano el varón.
Os miró a los ojos y pienso en el sentir de sus dedos, que buscan allá dónde el casto nombre la espalda perdió.
Qué podría hacer vuestra merced con su diestra en mis bajos.
Mi virtud es como mi vicio, los dos a estrenar, a cantar, igual que a la amada trova el juglar.
Hidalgo vos tocar sin remilgos, rozar mis posaderas con el melindre osado, que vuestro sutil disimulo hizo tomando la jarra en la mano.
Muéstrate cual bestiario ganador que gloriosamente irrumpe en el lugar y con lujuria clava su erguida daga.
Usías decirme a mí que os miró, aquel motivo que puedo tener, para mi boca callar y no volver a pronunciar.
Sus ojos entornados en los que se aprecia el mal, enfocándose en mí me hieren, calentándose él me teme.
Honrosa nuestra postura, por un instante muda, que si la soledad tuviera susurros oyera, liando nuestros cuerpos con los tules, del ardiente querer.
Somos trazos de un pincel renacentista que en colores armonizó el artista.
Una vez más, venciendo la timidez a la depravación.
Qué el placer no se nos note, que me vuelva a estremecer, pues el rostro mío es el espejo, de mi erizada piel.
Sanador de lo ajeno, toma de lo mío que yo sin vergüenza bebo.
Hiló fino la doncella, embriagado el caballero de detrás sacó la mano.
Hace lo propio ella, apartando la mirada de la realidad, para que la estratagema manual volviese a comenzar.

Descubre más obras de Adelina GN

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