Por paradójico que resulte, José Rabadán Pardo llegó a cobrar una pensión de orfandad tras haber asesinado con una catana a sus padres y a su hermana. Alegaron quienes se la solicitaron el desamparo del chaval a sus 16 años de edad. Apenas tres meses antes de comenzar a recibir ese dinero, Rabadán había consumado el crimen de madrugada, mientras las tres víctimas dormían en la vivienda familiar ubicada en la pedanía murciana de Santiago El Mayor. Con la frialdad y premeditación propia de un personaje de Stephen King, quien sostiene que el momento más espantoso es siempre justo antes de empezar a cometer un crimen, el chico acabó con sus progenitores y su hermana de 9 años, se cambió de ropa y se largó en autostop rumbo a Alicante, para viajar a Barcelona y conocer allí a una chica con la que mantenía amistad a través de internet. La Policía lo detuvo, tres días después del triple asesinato, en la estación de trenes alicantina. Tenía ya en su poder el billete para viajar a la ciudad condal. Al día siguiente, los tres muertos eran enterrados entre el dolor y el desgarro, mientras él permanecía detenido en comisaría. Los interrogatorios policiales estaban encaminados a conocer los motivos de su acción. Apenas dejó entrever que buscaba vivir una nueva vida, sin el control de sus padres, y que también se deshizo de su hermana, con síndrome de Down, casi en un acto caritativo y misericordioso.
En junio de 2001 fue juzgado y condenado a ocho años de internamiento en un centro de menores y dos más de libertad vigilada. La entonces reciente Ley del Menor jugaría decididamente a su favor. En septiembre de 2003, Rabadán se fugó durante una salida a Elche, organizada por el centro de menores de Murcia donde cumplía condena. La Policía lo localizó a las pocas horas. Fue juzgado de nuevo por quebrantamiento de condena y el fiscal le pidió nueve meses.
El primero de año de 2008, José Rabadán quedó en libertad. Había cumplido exactamente siete años, nueve meses y un día por doble parricidio y asesinato. Con anterioridad, la juez dictaminó una reducción de casi ocho meses y que la libertad vigilada se aplicaría desde el 1 de enero de 2006. El joven había sido trasladado hasta Santander, residiendo en una casa de acogida de credo evangelista. Allí, al parecer, rehízo su vida junto a una mujer con la que tiene un hija pequeña. A punto de cumplir 34 años de edad, trabaja de bróker en la Bolsa. Y dicen que eso de comprar y vender en el parqué se le da bastante bien.
Rabadán ha vuelto, desde hace unas semanas, a estar de actualidad tras hacerse público que el canal de televisión DMAX trabajaba en la producción de un documental ‘true crime’ sobre su persona. Está a punto de emitirse. Será a mediados de la semana próxima, miércoles y jueves, y en sendos capítulos en horario nocturno. Así las cosas, aquel triple crimen, extremadamente mediático en su día, volverá a primer plano, cuestionando ahora si su autor está o no rehabilitado para la sociedad. Como él mismo expone en el anuncio que promociona el documental, consta que fue juzgado y condenado, pero, en cuanto a su hipotética rehabilitación, Rabadán expresa un enigmático ‘¿quién sabe?’. Además, aseguran que prepara un libro que titulará algo así como ‘Solo Dios perdona’.
La incógnita estriba en saber hasta qué punto resulta lícito éticamente otorgar un altavoz amplificado a alguien que fue capaz de hacer lo que hizo y que duda incluso de estar reinsertado en la sociedad. Para Stephen King, inventamos horrores para ayudar a enfrentarnos a los reales. Y es evidente que, en circunstancias como esta, la cruda realidad puede superar con creces hasta la más truculenta de las ficciones, que, como reconoció el autor de ‘El pasillo de la muerte’, son la verdad dentro de la mentira. Que se lo digan al difunto Charles Manson.
[‘La Verdad’ de Murcia. 24-11-2017]