Introducción de Robert Mighall
Traducción de Alejandro Palomas
Apéndice de Peter Ackroyd
«La vida te lo reserva todo, Dorian.
Con tu extraordinario atractivo,
no hay nada que no puedas conseguir.»
En el apéndice que Peter Ackroyd titula Introducción a la primera edición en Penguin Classics nos cuenta una muy interesante anécdota. “La creación de El retrato de Dorian Gray estuvo determinada, como tantos otros acontecimientos en la vida de Oscar Wilde, por la casualidad: Wilde y Arthur Conan Doyle estaban cenando con un editor estadounidense, J. M. Stoddart, y durante la velada Stoddart les encargó a ambos que escribieran para la Lippincott’s Monthly Magazine. Conan Doyle nos cuenta el final de la historia: «La contribución de Wilde fue El retrato de Dorian Gray, un libro de un alto nivel moral, mientras que yo escribí El signo de los cuatro». Tan pronto como recibió el encargo, Wilde se puso a trabajar a toda prisa (sin duda, la triste historia de Dorian Gray ya le rondaba la cabeza) y la obra apareció en la Lippincott’s en el número de julio de 1890.”
Para Arthur Conan Doyle, El signo de los cuatro, era su segunda novela, de las cuatro que escribió (junto a Estudio en escarlata, El sabueso de los Baskerville y El valle del terror), protagonizada por Sherlock Holmes; para Wilde, El retrato de Dorian Gray fue su primera y única novela.
«Quiero hacer hincapié en la importancia, tanto de la introducción de Robert Mighall, imprescindible para llegar a conocer a fondo tanto al autor como a su novela; como del apéndice de Peter Ackroyd en el que encontramos una muy precisa información sobre la repercusión que la novela tuvo en su tiempo.»
Ahora os voy a hacer un pequeño resumen del argumento.
Dorian Gray es joven, hermoso y parece la imagen de la inocencia; quizás ni él mismo lo sabe… hasta que se ve reflejado en el hermoso retrato que le hace Basil Hallward, que ha quedado fascinado por su figura.
Uno de los amigos del pintor, Henry Wotton, un ingenioso frecuentador de salones que escandaliza a la sociedad con sus epigramas y su desprecio por la moral convencional, le invita a que se aproveche al máximo de su juventud y belleza.
Dorian, consciente por primera vez de sí mismo, teme el paso del tiempo, que acabará con todo su encanto. ¿Qué ocurriría si todos los estragos de la edad quedaran reflejados en el cuadro?
Henry Wotton tiene cada vez más influencia sobre él. Como un nuevo Mefistófeles, desea hacerse dueño de su alma —¿o representa la irresistible fuerza de una sociedad decadente?—, y cuando Gray se enamora de una actriz, se burla, y el joven la abandona cruelmente. Sybil Vane, que así se llama la chica, se suicida. En un primer momento, Dorian se arrepiente, pero ¿fue acaso él responsable?, se interroga. Nada ha cambiado, nada más que el rostro del retrato, que muestra la crueldad de su modelo…
El horror sacude a Gray, pero solo un momento: su deseo se ha cumplido, será joven por siempre. A partir de aquí acumula un pecado sobre otro, sin que su cara pierda su pureza, pero paga un alto precio. Sus noches se llenan de pesadillas, pero nada consigue llenar su vida. Basil, el único que intenta ponerle freno, muere por su mano, y las manos del personaje del retrato se llenan de sangre.
Dorian oculta su alma corrupta, contenida en un cuadro, como la sociedad victoriana —y la de ahora— oculta sus lacras, pero no hay modo de negar la verdad, ni el tiempo, ni la muerte, como acaba descubriendo pagando con su vida.
«El retrato de Dorian Gray es un logro insoslayable de la literatura universal, vertido aquí magníficamente por el escritor y traductor Alejandro Palomas.»
Lee y disfruta de un fragmento de la novela.
El autor:
Oscar Wilde (Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde) nació en Dublín en 1854. Estudió en el Trinity College de su ciudad y, más tarde, en Oxford, donde destacó en el estudio de los clásicos y como poeta. Fue allí donde recogió la influencia de los estetas Walter Pater y John Ruskin. Su peculiar indumentaria y su carácter excéntrico le convirtieron en blanco de sátiras y bromas, pero su ingenio y su talento le hicieron ganar numerosos admiradores. Tras un primer libro de poemas y una obra teatral, Vera o los nihilistas (1882), que se estrenó en Nueva York durante uno de sus viajes como conferenciante, el autor se instaló en Londres. En 1884 se casó con Constance Lloyd, una mujer irlandesa adinerada, con la que tuvo dos hijos. Desde entonces se dedicó por completo a la literatura. En 1895, en la cima de su carrera tras el estreno en 1890 de su polémica obra de teatro El retrato de Dorian Gray, que se publicaría como novela un año después, y tras el éxito de las comedias Una mujer sin importancia (1893), Un marido ideal (1895) y La importancia de llamarse Ernesto (1895), Wilde se convirtió en la víctima de las iras de la convencional sociedad victoriana al ser acusado de sodomía por el padre de lord Alfred Douglas. Hallado culpable en el juicio, fue encarcelado en Reading y condenado a trabajos forzados durante dos años. La prisión lo arruinó material y espiritualmente, y al salir se instaló en París, donde murió en 1900. Además de sus obras ya citadas, Wilde publicó tres colecciones de cuentos escritas para sus hijos: El príncipe feliz (1888), El crimen de lord Arthur Savile (1891) y La casa de las granadas (1892); un poderoso poema escrito en la cárcel, La balada de la cárcel de Reading (1898), y una extensa epístola confesional, De profundis (1895), publicada tras su muerte. Maestro también de la crítica y el ensayo, sus obras tienen una vigencia universal.
El libro:
El retrato de Dorian Gray (título original: The Picture of Dorian Gray, 1890) ha sido publicado por el Sello Penguin Clásicos. Traducción de Alejandro Palomas y de Julia sabaté Font de la introducción y del apéndice. Encuadernado en rústica sin solapas, tiene 320 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.
Como complemento pongo el trailer de la película El retrato de Dorian Gray.
Para saber más:
Página web sobre Oscar Wilde.
Oscar Wilde en Wikipedia.