Revista Cultura y Ocio

El retrato de Dorian Gray: ese cuadro somos todos (I)

Publicado el 13 noviembre 2017 por Carmoran @ensayistica

El retrato de Dorian Gray: ese cuadro somos todos (I)

De esta novela se han hecho multitud de análisis... que ni siquiera he leído, sobre todo porque prefiero sacar conclusiones por mí misma, pero una de las más populares es sin duda la que dice que el argumento trata sobre un pacto con el diablo a través del cuadro para mantener la eterna juventud. A raíz de leer un poco sobre la biografía de Oscar Wilde, y tras acabar de leer la novela, llegué a una conclusión que me convenció incluso más que la de la influencia diabólica, y es que el retrato representa ni más ni menos que los trapos sucios que todos tenemos guardados en casa, y que por vergüenza al qué dirán tratamos de esconder de las miradas ajenas a toda costa. De hecho, no hay más que leer las palabras que hacen estallar un detonante en la mente del joven Gray que le hacen ver la vida de una manera distinta a cómo lo venía haciendo hasta ahora:

"El único medio de ahuyentar una tentación es ceder a ella. Resistirla es hacer que nuestra alma crezca enfermiza deseando las cosas que se ha prohibido a sí misma, con el deseo de lo que una ley monstruosa ha hecho monstruoso e ilegal."

Para ahuyentar una tentación, lo mejor es caer en ella; esto es lo que yo llamo una terapia de choque en toda regla. Estas palabras son las que Dorian Gray escucha mientras su amigo Basil le está haciendo su famoso retrato, y el autor de estas palabras es Lord Henry, probablemente el hombre que más influya sobre la personalidad de Gray y al que yo identificaría con ese diablo que le susurra a su joven amigo al oído para que se deje llevar por las tentaciones, mientras que Basil, por contra, sería el ángel que también le susurra para intentar evitar eso mismo. En la mente de Gray, Henry le hace descubrir que lo que desea de verdad es entregarse al hedonismo, la búsqueda de la belleza por la belleza, el placer por el placer, pues esa es la virtud que hay en la juventud, la infinita capacidad para experimentar y sentir emociones, y no importa que eso conlleve habladurías de los demás, porque si hay algo peor que ser el tema de las conversaciones, es no serlo en absoluto, como dice Lord Henry.

Como supongo que os ha parecido muy chocante la comparación que acabo de hacer (y tenéis razón, es chocante) ¿qué tal si os digo que a falta de enseñar músculos, lo que Gray enseñaba era el cuadro? O mejor aún ¿qué tal si os digo que Basil identificaba a Gray como un objeto de exposición nada más acabar su obra?:

"Bien; en cuanto esté usted seco, será usted barnizado, enmarcado y enviado a su casa. Entonces podrá usted hacer lo que quiera con usted mismo."

Al principio parece que le está hablando al cuadro en vez de a la persona real que tiene delante, pero para Basil, Dorian Gray ya se ha convertido en un objeto, en ese cuadro específicamente, y esto lo dice justo cuando el joven ya se ha decidido (gracias a la palabrería de su amigo Henry) a vivir la vida loca. Desde mi punto de vista, esto viene a demostrar que a partir de ahora ese retrato serán los trapos sucios personales de Gray; es decir, el cuadro y Gray son uno, pero mientras que el Gray de carne y hueso es atractivo y apuesto, el Gray del retrato adquiere un aspecto cada vez más horrible a medida que la "inmoralidad" del de carne y hueso va en aumento. He puesto "inmoralidad" entre comillas porque, a pesar de que la conducta de Gray se vuelve del todo detestable para conseguir lo que el quiere, esa inmoralidad no se refiere tanto al personaje, sino a la sociedad. Una de las cosas que Oscar Wilde decía es que no existían libros morales e inmorales, sino libros buenos y malos, y a él le tocó lidiar con la fuerte represión de su época tanto por las cosas que escribía como por la vida que llevaba, que no encajaba precisamente con la moralidad de la sociedad.

Pero ahora, dejando a un lado que esta novela fue escrita en el siglo XIX y la perspectiva no es la misma, hoy en día ya no nos resulta tan escandaloso que un Dorian Gray lleve la vida que quiera llevar, pegándose las fiestas que quiera, teniendo cuantos amantes quiera... de no ser porque iba dejando demasiados muertos por el camino, literalmente hablando. La primera de esas víctimas, y probablemente la más dramática, fue la actriz Sibila Vane, y lo curioso de la relación que ambos mantienen es que Gray la trata como Basil le trata a él, como un objeto de arte al que admirar y que los demás admiraran también. De hecho, lo que más le gustaba a Gray de ella es que nunca fuera Sibila Vane, sino que cada noche fuera una mujer distinta según el personaje que le tocara interpretar; mención aparte merece el dato que cuando Gray la vio actuar por primera vez fue en el papel de Julieta, la joven de Verona que acaba muerta por amor. Resumiendo, lo que a Dorian le interesa es el arte, no la mujer en sí, le gusta lo artificial porque la realidad le parece demasiado vulgar y espantosa; la sociedad que le rodea en general le parece espantosa. Bien, fue precisamente tras cobrarse su primera víctima cuando la visión de su propio retrato se le hace tan repugnante que tiene que cubrirlo tras un ancho biombo; es ahí cuando Dorian Gray empieza a sentir el peso y la vergüenza de sus propios actos.

Y este no es el final, aún quedan más cosas por contar acerca de Dorian Gray y de los que le rodean.

Todos los comentarios son bienvenidos.


Fuente de las imágenes:
http://mestasediciones.com/el-retrato-de-dorian-gray-de-oscar-wilde-novedad-2015

http://www.que.es/television/201506191636-tronistas-pretendientes-myhyv-cobran-entre.html

https://www.oscarwildenyc.com/about/


Volver a la Portada de Logo Paperblog