La invención y mejora de las armas de fuego fue un avance bélico que dejó obsoletas a las grandes armaduras y armas clásicas de cuerpo a cuerpo. Sin embargo, además de la munición limitada y sus posibles problemas técnicos, en el mejor de los casos, solo dejaba una mano libre durante su uso. Para ello, a principios del siglo XX se ideó una solución.
Albert Bacon Pratt, ingeniero químico de Lyndon, Vermont, en los Estados Unidos, patentó durante la Primera Guerra Mundial en su país y en Reino Unido la que podría ser la solución a este problema: el casco-pistola. Contaba con dos versiones, patentadas en el 16 de mayo de 1916 y el 2 de diciembre de 1919. El primero tenía un aspecto similar al casco prusiano pickelhaube, aunque de mayor altura, con un cañón grueso frontal situado en la zona más alta del mismo, del que colgaba la mira, y un barboquejo para evitar que se cayera. El segundo redujo sus dimensiones y eliminó el pincho y el barboquejo. El casco estaba sujeto a la cabeza del tirador por varias correas de cuero para evitar que se cayera con el retroceso. Además de estar disponible en dos tamaños, tenía un revestimiento asegurado a una banda desmontable conectada con tachuelas y tuercas.
El cañón estaba protegido por un tubo que serviría de mango de sartén. Porque sí, además de ser casco y pistola, la parte alta del casco se desmontaba y, si se le daba la vuelta, servía de sartén, con el pincho sirviendo para apoyarla en el suelo. Lo extraño es que la patente no describe la posibilidad de usar esta sartén como arma. Los casquillos de las balas se almacenaban en una cámara especial que podía abrirse para sacarlos y evitar sonar como unas maracas. También permitía recargar el arma con nuevos cartuchos usando una sola mano y sin quitarse el casco. Lo mismo ocurría con su limpieza.
Para probar que lo tenía todo pensado, tenía tres formas de disparar: un gatillo neumático a través de un tubo que inflaba el tirador, un gatillo presionado con la lengua o un gatillo rotatorio para la lengua o los dientes. Por otra parte, tenía sistemas de seguridad para evitar dispararle accidentalmente a un oficial, dispararse en el pie, en el caso de que le tapen la cara con el casco, o para contrarrestar el retroceso.
Aunque esta invención apareció en periódicos, como el número del sábado 25 de diciembre de 1920 de The Illustrated London News, no parece que la patente se llegara a materializar y se desconoce si existió un prototipo. No obstante, se señala como un precursor de los sistemas de visualización montado en casco de los pilotos de cazas polivalentes o helicópteros de ataque
- Marshall, G. F. (1989). Back from the past: the helmet integrated system of Albert Bacon Pratt (1916). Optical Engineering, 28(11), 281247.