Revista Arquitectura

El revolucionario y fabuloso método comúnmente conocido como andar

Por Paisajetransversal @paistransversal


El revolucionario y fabuloso método comúnmente conocido como andar

Puede sonar a verdad de Perogrullo, pero, al parecer, no lo es. Para conocer y actuar en el territorio debemos explorarlo, andar intensamente en él. Ese es el método más eficaz para poder conocer un territorio. En un momento en el que las nuevas tecnologías parecen haber suplantado la realidad a través de software que posibilita conocer las ciudades y el territorio sin necesariamente haberlas visitado ( google earth, bing maps ...), deberíamos replantearnos cuál es la herramienta más eficaz a la hora de analizar la ciudad y el territorio.

Corremos el peligro de que el debate iniciado en el blog sobre procedimientos alternativos de análisis y representación de la ciudad derive hacia derroteros excesivamente estetas, por eso me gustaría recordar que el andar, pasear, transitar por las ciudades es en primera instancia la herramienta más válida para estudiar las urbes. Por eso me quisiera recuperar un texto que escribí hace un tiempo (¡¿ya han pasado 3 años?!) y que fue redactado a raíz de la lectura del libro "Walkscapes" de Francesco Careri. El artículo ha sido adaptado a las exigencias del debate que acabamos de iniciar. ¿Prosaico? Seguramente. ¿Necesario? También.


La importancia del andar en la revisión de la acción en la ciudad y el territorio

La historia, en su condición cíclica, se repite: los momentos de renovación de la disciplina arquitectónica han resultado de una combinación entre una renovación general de la cultura y una disposición plena para incorporar cualquier sugerencia que proviniese de cualquier disciplina creativa e investigadora. El urbanismo debe, una vez más, redescubrir la posibilidad de experimentar proyectualmente con total libertad, recorriendo itinerarios resueltos por las tentativas artístico-humanistas más recientes.

Los artistas, en su imperturbable tarea de hacer mundo, han sabido establecer estrechos vínculos con lo que los rodeaba y, en última instancia, comprender la realidad circundante. Solo desde esta preclaridad mental los sujetos artísticos han podido intervenir en el mundo transformándolo y significándolo. En consecuencia, sus acciones revalorizan y cualifican el paisaje, en vez de agredirlo y desfigurarlo. En este sentido, una de las prácticas más amables y más estrechamente ligadas con el medio urbano ha sido el andar. En todas las épocas caminar ha producido arquitectura y paisaje, pero los arquitectos hemos olvidado por completo las cualidades de esta práctica. Poetas, filósofos y artistas han sabido percibir, a través de esta acción, aquello que no existe y hacer que surja algo de ello. Gracias a ellos el andar se ha erigido como actividad fundamental para comprender y actuar en la ciudad y el territorio.

El revolucionario y fabuloso método comúnmente conocido como andar


El origen de la capacidad del andar como actividad descriptora y modificadora del espacio, lo encontramos en la propia génesis de la condición humana. La acción de atravesar el espacio nace de la necesidad natural de moverse con el fin de encontrar todo lo necesario para sobrevivir. Sin embargo, una vez satisfechas las exigencias primarias, el hecho de andar se convierte en una acción simbólica que permite que el hombre habite y conozca el mundo. A través del errar por el mundo, el hombre empezó a construir en el paisaje natural que lo rodeaba. Este acto creativo primigenio supuso una nueva significación del concepto de andar original: el errar se convirtió en arquitectura del paisaje, entendiendo por 'paisaje' el acto de transformación simbólica, y no solo física, del espacio antrópico. Esta idea resulta fundamental y tiene un traslación directa en la cultura contemporánea, al considerar que el andar es un instrumento capaz de describir y de modificar aquellos espacios metropolitanos que a menudo presentan una naturaleza que debería comprenderse y llenarse de significados, en vez de proyectarse y llenarse de cosas.

Por eso me gustaría terminar con una máxima que todos deberíamos de considerar para establecer nuevos procedimientos de análisis y representación del medio, ya sea este natural o artificial.


Andar para aprehender, aprehender para contextualizar, contextualizar para construir (que no edificar).


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