¡Alabado sea Alá! El rey de Marruecos para evitar aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar”, ha decidido elaborar una nueva Carta Magna, y entre otros avances, encontramos uno maravilloso: que “su magnánima majestad” deja de ser sagrado. O sea, ¡tatachán!, el rey de Marruecos ya no es sagrado, es sólo inviolable (¿le habrán intentado violar en algún momento?).
Pues sí, Mohamed VI ha decidido cambiar de Constitución, abriendo un poco la mano, para no cambiar nada sustancial.
Pierde un poco de poder pero sigue ostentando demasiado. Así es que de Monarquía Constitucional a la europea, como dicen sus adictos fanáticos, nada de nada.
Se trata de pasar de ser una monarquía absoluta a una semi-absoluta. Donde el rey sigue siendo: "Comandante de los Creyentes y supervisor de la libertad religiosa". Los asuntos religiosos serán de su absoluta incumbencia. Cosa no liviana, en un régimen casi teocrático.
Por otra parte, se reserva también el cargo de: “Protector de la opción democrática y árbitro entre las instituciones del Estado". Y seguirá siendo el jefe de las Fuerzas Armadas y de la Política Exterior.
Eso sí, el rey será quien elija al nuevo presidente del gobierno (¡vaya cambio, antes se llamaba, primer ministro) dentro de la mayoría parlamentaria.
Marruecos es considerado un Estado Islámico, claro que el Estado garantizará la libertad religiosa (??), pero no la libertad de conciencia. O sea un musulmán no podrá cambiar de religión, por mucho que lo desee.
Como se puede ver, se trata de una reformita, para evitar que ese movimiento. que ha echado raíces en el norte de África y que ha acabado con los dictadores de Túnez y Egipto, le salpique y le lleve por delante. Ante los movimientos ciudadanos trata de capear la tempestad.
Sin embargo, se trata de una reforma que no puede colmar las aspiraciones de la oposición, que ven limitados los avances. Ahora se preparan para combatir esta constitución hecha a la medida real y que se ha de votar el 1 de julio.
Está claro que el monarca ha reconocido con este pequeño cambio que tiene miedo, y ha querido solventar el problema al menor coste posible. dando un poco de carnaza y que parezca caviar. Es el momento de decirle que tiene que ir más lejos. De votar no. Si sale sí, se corre el riesgo de que esta nueva constitución se convierta en una ley durante décadas, sin posibilidad de cambio.
A todo esto, del Sahara ni pío. Ese asunto no cambia. Los saharauis seguirán siendo súbditos de segunda, a su pesar, con la complicidad de las potencias occidentales y de la principal responsable, España. Ya verán lo que tarda el Borbón en halagar el cambio de su “sobrino postizo” y de aplaudir la reforma.
Salud y República