Revista Psicología
Un safari por África es una oportunidad de aprendizaje constante. Cada día que amanece te sorprenden cosas nuevas. Es como esos reportajes del “National Geographic” de la tele, pero contigo de cuerpo presente, no despanzurrado en el sofá del salón de casa.
Un montón de animales salen a tu encuentro y tu al de ellos, a veces con una osadía más propia de Harrison Ford en sus tiempos mozos, que de un ciudadano normal de provincias. Y entre ellos el que más te entusiasma es el león.
Quizás porque le recuerdas de los tiempos de Walt Disney, siendo el rey, con su larga melena y su corte de aduladores alrededor. O porque también lo has visto en algún musical donde era con mucho el mas ligón. Las leonas, son otra cosa. Siempre cazando, trabajando para la prole, siempre en grupo, comadreando. No impresionan tanto. Pero EL, con su melena, su porte y su mirada, la verdad es que impresiona un montón.
Pero luego ves que el asunto queda en nada, en pura fachada, que el macho leonino tampoco es para quitarse el sombrero. Vulgar y corriente. Yo diría que peor incluso que el macho humano.
Hace unos días tuve la oportunidad de ver en vivo y en directo algo que parece ser poco visible para los ojos humanos: La copula de una pareja de leones. Macho él y hembra ella. Después de un largo galanteo, y cuando ya habíamos perdido la esperanza, llego el clímax. Ella se puso y él se monto encima. Decepción total en el graderío. El tiempo justo de hacer “Click” al botón de la máquina de fotos y se acabo. Unos pocos segundos. ¿Pero cómo iba a ser un vulgar eyaculador precoz el gran rey de la selva?
Y vino la docta explicación: El león repite sus copulas unas 30 veces al día, siempre muy breves. Y lo hace con esa frecuencia durante varios días seguidos. El fin es la fecundación de la leona y casi siempre se logra. Así funciona la naturaleza, con un sentido práctico de la biología. Los prolegómenos, las caricias, los juegos, el erotismo, las fantasías…..eso es cosa del “homus erectus” (nunca mejor dicho) pues para procrear con unos segundos es suficiente.
Después de la explicación, la verdad es que volví a ver al león con ojos diferentes, pues aunque breves, muy breves, a ver quién es el macho humano que llega a las 30 veces/día. Volví a recuperar al Rey León de siempre…