Tras los recientes estrenos, este mismo año, de otros dos de los action live mas importantes que Disney tenía preparados, “Dumbo” y “Aladdin”, la factoría de Mickey Mouse, que actualmente tiene absolutamente todo lo que tiene la marca del dólar en su ADN, estrena su apuesta del verano, uno de los clásicos mas reconocidos de la animación de los 90, y que marcó a una generación entera de pequeños espectadores. Después de la reciente adaptación de Aladdin con una patente falta de magia, aunque con muy buenos resultados de taquilla, ahora llega a nuestras pantallas la adaptación del clásico de animación de los 90, El Rey León.
En este afán por sacar partido de la nostalgia, 25 años después del estreno de “El rey león” (1994, Rob Minkoff, Roger Allers), la nueva tecnología del foto-realismo se pone a las ordenes del relato para reproducir, con un metraje mas alargado, pero sin ningún aporte necesario, aquella pequeña joya de la animación, que queda aquí reducida al aletargado sentimiento de la nada absoluta
Jon Favreau, que ya realizó en 2016 otra adaptación a imagen real de un clásico de Disney, en aquel caso “El libro de la selva” (probablemente uno de los remakes mas destacados de la compañía en estos últimos años), se pone de nuevo tras las cámaras, aunque mejor expliquemos esto, porque el término “tras las cámaras” no es aquí del todo correcto. Como tampoco lo sería el termino live action que Disney nos ha intentado vender, ya que estamos ante una película de animación 100% realizada por ordenador. Es un remake, por lo tanto, donde la animación mas tradicional deja paso a una animación de detallismo inerte, tan calculado y preocupado en su realismo, que deja sin vida al verdadero núcleo de la película: la emoción y el sentimiento.
Cuando uno ya conoce una historia, como es el caso de “El rey león”, es muy importante que algo nos haga seguir disfrutando de ella, entreteniéndonos, enganchándonos. No se trata de añadir nuevas escenas (la mayoría sin sentido alguno, simple paja en medio de la trama principal), ni tampoco nuevas canciones (como ya vimos en “Aladdin” y que aquí se vuelve a repetir). Por ahí no van los tiros en el sentido universal de contar historias. Ya puede tener uno ante sí la mejor de las tecnologías, que si lo que se nos narra no parece tener ninguna importancia, lo primero que se hace es desconectar. “El rey león” (2019, Jon Favreau) es el perfecto ejemplo de ello. Contándonos exactamente lo mismo, el alma, la gracia y la magia de la original se pierden por completo. No hay sentido alguno en esta re-visitación somnolienta y aburrida de la Shakesperiana historia de Simba.
Cabe decir, eso sí, que estamos ante un nivel técnico y visual digno de admiración. Las imágenes generadas por ordenador son de un realismo impactante. Sin duda, estamos ante unos efectos visuales impecables. Ahora bien, ¿tiene esta película algún sentido mas allá de la técnica? Quizá los estudiosos del tema, de la animación y sus posibilidades, tengan aquí algo interesante de investigar. El resto, aquellos que asistimos al cine para ser devorados por la pasión de los relatos bien contados, o al menos de los relatos que nos mantengan con un cierto interés y sentimiento, serán arrastrados a uno de los productos mas intrascendentes e innecesarios en lo que llevamos de año.
Por supuesto que no es la peor de las películas que uno pueda ver. No estamos ante un desastre descomunal, de esos que hacen que te tapes los ojos o te los restriegues de pura incredulidad. “El rey león” tiene una factura digna de alabanzas y unas canciones, las originales, que siempre son bienvenidas y listas para ser disfrutadas una y otra vez. No es una abominación vergonzosa, pero si que es un producto prefabricado tan descarado que uno puede llegar a sentirse algo ofendido. Pero, sobre todo, y sin duda lo más importante, es que es un producto tan aburrido, tan vacuo e intrascendente, que rebaja la película a una categoría que no se merece: la de la inconsistencia y la falta de corazón, puro merchandising carente de magia. La del melodrama más baratillo. Desgraciadamente, el “vive y se feliz” aquí esta muerto por partida doble. Es algo así como un “Hakuna Matata” de tanatorio.
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- ##check## Lo bueno
- El foto-realismo de la película. Técnicamente es realmente sorprendente.
Las canciones clásicas, que siempre se agradecen escuchar. - ##times## Lo malo
- Los 30 minutos mas de metraje que no aportan absolutamente nada a la película.
La sensación de producto de simple merchandising, muerta y carente de magia.
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- Ambientación 6.5
- Interesante. Gracias al alto nivel de su animación tenemos unos paisajes impresionantes, aunque, desgraciadamente, lejos de la magia de los originales a mano.
- Desarrollo de Personajes 4.5
- Así como en la original, con 85 minutos, los personajes tenían un interés y desarrollo emocionante, aquí todo resulta terriblemente vacío y casi ridículo.
- Argumento / Guión 4.0
- La misma historia, pero contada sin alma. Siendo lo mismo que ya habíamos visto, es increíble ver como no engancha ni interesa.
- Banda Sonora 6.0
- Buena, con algunas de las canciones originales que están en nuestra memoria colectiva. En cambio, los nuevos temas, no siempre aportan y parecen simple relleno.
- Entretenimiento 4.5
- Inexistente. No hay emoción en sus imágenes ni su historia y, por lo tanto, el entretenimiento no llega como tiene que llegar.
- Montaje / Innovación técnica 7.5
- La innovación técnica es impresionante, aunque cabe preguntarse si podrá ofrecer algo con mas vida, a la altura de su realismo. El montaje, a su vez, podría haber tirado de tijera en un metraje alargado y carente de ritmo.
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- Puntuación Total 5 / 10