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El Rey Midas
¿De dónde viene este mito? Desde la Antigüedad innumerables artistas le han dado pábulo pero fue el poeta romano Ovidio el que le dio la forma con la que lo conocemos, en su obra Metamorfosis. Allí nos explica que el rey Midas consigue capturar a Sileno, un genio que había educado al dios Dioniso en su juventud. “Tambaleante de años y de vino”, unos aldeanos frigios consiguen capturarlo y lo llevan hasta su rey, Midas. En la corte lo reconocen y deciden celebrar su presencia con una fiesta que dura diez días con sus diez noches. No en vano Sileno sirve a Dioniso, que los romanos, como Ovidio, llaman Baco. Éste es nada más y nada menos que el dios del vino, también nombrado en ocasiones como El Libertador, ya que libera a los humanos de su comportamiento normal mediante la locura, el éxtasis y el alcohol.Por supuesto el ilustre invitado queda encantado con la fiesta y cuando Midas lo lleva de vuelta ante Baco, éste se lo agradece dándole a escoger al Rey Midas el don que quisiese. Es aquí cuando Midas peca de avaricia y elige lo siguiente:
“haz que cuanto con mi cuerpo toque se convierta en resplandeciente oro”.
Baco concede ese poder al Rey Midas, el cual pone a prueba con resultados satisfactorios, convirtiendo variados objetos en oro. Sin embargo, cuando se dispone a comer se da cuenta, horrorizado, de que los alimentos se convierten en oro y el vino en el mismo metal fundido. Ovidio cuenta cómo
“Abundancia ninguna su hambre alivia. De sed árida su garganta / arde y como ha merecido le tortura el oro malquerido”.
El Rey Midas decide que ya no quiere ese don y suplica al dios que se lo retire. Baco le responde que acepta y que sólo tiene que ir hasta el nacimiento de río Pactolo y sumergirse en él. Cuando el rey así lo hace ve su poder traspasarse a las aguas del río:
“El rey sube al agua ordenada: su fuerza áurea tiñó la corriente / y de su humano cuerpo pasó al caudal”.
A partir de entonces se pudieron encontrar pepitas de oro en ese río, según el mito.
Una vez conocemos la narración mítica podemos preguntarnos ¿existió algún Rey Midas que sirviera como base a esta historia? La respuesta es afirmativa: existió un soberano llamado Midas que reinó sobre el pueblo de los frigios. Podemos situar su reinado aproximadamente entre el 740-739 a.C. y el 696-695 a. C. Su reino, Frigia, se extendía en lo que hoy es el centro de Turquía. Los frigios, no obstante, son originarios de Macedonia, habiendo emigrado a aquellas tierras hacia finales del II milenio a.C. Tanto en Macedonia como en Frigia existían yacimientos de oro, lo que explica que tuvieran fama de poseer enormes riquezas, dando pie a un origen mítico de las mismas a través de la fábula que analizamos.
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Sabemos, también, que Frigia alcanzó su máxima extensión territorial e influencia política bajo el reinado de Midas. Las memorias del Imperio Asirio, la mayor potencia de la zona, nos informan de cómo Midas estableció un pacto con los luvitas de Karkemish, vasallos de los asirios, para alzarse contra ellos, tramando también distintos planes junto a otros vasallos de Sargón, el monarca asirio.

Frigia
Aliado con los armenios, Midas consiguió que el temido Imperio Asirio pasase a la defensiva y estableciese una serie de fortificaciones como protección. Esta política dio un giro total cuando Midas decidió, entre los años 710 y 709 a. C., convertirse en vasallo de los asirios y solicitar su protección. El motivo de un cambio tan radical no era otro que el temor que le suscitaban los nómadas cimerios, un pueblo que habitaba el sur de la actual Rusia y Ucrania. El tiempo demostró que tal temor no era infundado, ya que dicho pueblo acabó invadiendo Frigia y Midas decidió quitarse la vida ingiriendo veneno.

Reconstrucción de la tumba de Midas
La tumba de Midas se supone en la ciudad de Gordion. Allí encontraron los arqueólogos, en la década de 1950, un yacimiento con diversos muebles y un ataúd de madera. Lo bautizaron como el montículo de Midas. En otra ciudad turca, llamada Yazilikaya, se alza la llamada “tumba de Midas”, pero se trata de una fachada monumental que realmente es el resto de un templo dedicado a la diosa Cibeles. De hecho, Gordion fue la capital de Frigia durante el reinado de Midas, periodo que coincide con el esplendor de este Estado. Su prestigio lo atestigua la admiración que suscitaba entre la cultura helenística. El famoso historiador griego Herodoto cuenta cómo Midas hizo donación al santuario de Delfos de su trono real, el cual todavía se conservaba cual tesoro a mediados del siglo V a.C.

Alejandro Magno cortando el Nudo Gordiano
El rico monarca Midas, soberano que gobernaba Frigia desde Gordion, y cuyo recuerdo mantuvo vivo el mito creado sobre el origen de su riqueza, todavía era influyente en la cultura helenística cuando Alejandro Magno, en su campaña contra el Imperio Persa, entró en la ciudad. Allí encuentra el famoso nudo gordiano, que según cuenta la leyenda había realizado uno de los soberanos de la ciudad al atar el yugo de su carro a su lanza, los cuales habían sido ofrecidos como tributo al templo de Zeus en agradecimiento por su elección como monarca. Era tan difícil de desanudar que se contaba que quien fuese capaz de deshacer el nudo gordiano gobernaría toda Asia. Alejandro Magno, haciendo gala de su pragmatismo, lo cortó con su espada exclamando “tanto monta cortar como desatar”. Como curiosidad, podemos señalar que Fernando el Católico, impresionado por la historia, adoptó tal lema.Autor: Santiago Pitarch para revistadehistoria.es
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