Los materiales que se utilizan para embalar o proteger alimentos pueden ser nocivos para la salud debido a la contaminación que pueden generar sus componentes al entrar en contacto con la comida. Muchas de estas sustancias, pese a su probada toxicidad, siguen ocupando los estantes de muchos comercios.
Muchas de las sustancias que pasan de los embalajes industriales a los alimentos pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer, pueden alterar el aparato reproductor y el sistema hormonal.
Un reciente estudio elaborado por la fundación suiza “Food Packaging Forum” presenta un listado de cientos de sustancias químicas contenidas en los embalajes de productos alimentarios. Los investigadores han identificado 175 productos potencialmente peligrosos que, al ser legales, se siguen utilizando en Europa y Estados Unidos. Más de 6.000 de estas sustancias aparecen censadas en listados de productos químicos. Muchas de ellas contribuyen a propagar enfermedades crónicas, y otras tantas aún no se han analizado desde el punto de vista de su toxicidad.
El ritmo de vida que impone la sociedad de consumo propicia la aparición y el uso masivo de productos de larga conservación. Este tipo de productos contienen sustancias peligrosas en sus herméticos embalajes que acaban pasando a los alimentos y al organismo de los consumidores. Un caso común es el del Bisphenol A, sustancia nociva que se encuentra en los embalajes de plástico rígido que provoca enfermedades cardiovasculares y debilita el sistema inmunitario. Con otra de las sustancias más utilizadas en los embalajes, el ftalato o éster de ácido ftálico, ocurre lo mismo. Esta sustancia se utiliza para plastificar los materiales que se utilizan en los embalajes de alimentos. El ftalato actúa como una hormona y pueden causar esterilidad en los hombres. Si bien muchas de estas sustancias están prohibidas en la Unión Europea (el DEHP, el ftalato más peligroso se prohibió en los juguetes vendidos en Europa, pero no en los embalajes alimentarios) las importaciones de productos alimenticios de Asia, donde los reglamentos son mucho más permisivos, propician que muchas de ellas se encuentren en productos comercializados en Europa.
Según la Fundación suiza, muchos de estos materiales pueden considerarse como especialmente peligrosos y deberían retirarse del comercio si se aplicara estrictamente la legislación europea. Muchas sustancias ya no se admiten en la fabricación de teléfonos móviles y ordenadores. El estudio tiene como objetivo identificar las sustancias conocidas como peligrosas en los embalajes, no obstante, para evaluar los riesgos es necesario averiguar la concentración de las moléculas que migran a los alimentos.
Una vez más la industria, en su interminable carrera hacia el beneficio económico, es fuente de riesgos para la salud de las personas. Los alimentos conservados y embalados suponen un gran impacto medioambiental y por ello el consumidor concienciado debe privilegiar los productos locales, frescos, de temporada y siempre que sea posible, ecológicos.