Revista Fútbol

El rincón del talibán. Yo tengo un sueño.

Publicado el 09 mayo 2010 por Damsam
Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.
Hace años, un gran sevillista, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó los estatutos de nuestro Club. Este importante paso se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de sevillistas que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.
Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el sevillista todavía no es libre. Cien años después, la vida del sevillista es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el sevillista vive en una solitaria isla en medio de un vasto océano de poderes mediáticos. Cien años después el sevillista todavía languidece en los rincones de la Federación Española y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.
Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la Federación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestro fútbol escribieron las magníficas palabras de las reglas del juego, firmaban una promisoria nota de la que todo aficionado sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los equipos tendrían garantizados los derechos inalienables de "Igualdad en los arbitrajes y en los comités".
Es obvio hoy que la federación ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos del Sevilla FC. En vez de honrar su obligación sagrada, dio al Sevilla FC un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.
También vinimos a este punto para recordarle de la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia arbitral. Ahora es el tiempo de elevar nuestra liga de las arenas movedizas de la injusticia arbitral hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los equipos de España.
Sería fatal para la Federación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del sevillista no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 2009 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el sevillista sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la liga regresa a su rutina habitual.
No habrá ni descanso ni tranquilidad en la liga española hasta que el sevillista tenga garantizados sus derechos de equipo. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra liga hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.
Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.
Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad sevillista no debe conducir a la desconfianza de los demás equipos, ya que muchos de ellos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.
Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos : "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el sevillista sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad arbitral. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a los mejores colegiados y comités justos. Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: "Dos partidos a la semana, y siempre uno del madrí o del barça". No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en cuanto tengamos que aguantar los papafritas de turno, y personajes como Iturralde o los encargados del comité de árbitros . No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.
No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de foros angostos. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad en los comentarios. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.
Vuelvan a esos mismos foros y comenten, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.
No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño sevillista.
Yo tengo un sueño que un día esta liga se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los equipos son tratados iguales.
Yo tengo un sueño que un día en la liga española nadie será tratado de forma diferente a el madrí o barcelona.
Yo tengo un sueño que un día incluso el comité de competición, un comité vergonzoso, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.
Yo tengo un sueño que mis dos hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su camiseta sino por el contenido de su carácter.
Yo tengo un sueño que un día, allá en la federación, con sus dirigentes despiadados, con un presidente cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; comprendan que existe vida mas allá de madrí, barça o patético
¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.
Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra liga en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a cumplir sanciones juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos tratados iguales.
Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi Liga, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Equipo donde mis padres disfrutaron, liga del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la igualdad". Y si llega la igualdad para todos va a convertirse en una gran liga, esto debe convertirse en realidad.
Entonces dejen resonar la igualdad desde los comités arbitrales. Dejen resonar la igualdad desde los comités de competición . Dejen resonar la igualdad desde el comité de apelación! Dejen resonar la igualdad desde el CSD. Dejen resonar la igualdad desde los distintos medios de comunicación, desde cada ladera, dejen resonar la igualdad!
Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la igualdad, cuando la dejemos resonar desde cada comité y cada árbitro, desde cada diario y cada televisión, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los equipos españoles, con mayor o menor poder mediatico, con mayor o menor presupuesto puedan gritar : "¡Por fin somos iguales! ¡Por fin somos iguales! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos iguales!"

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