Algunos se preguntarán qué conexión puede haber entre dos elementos constitutivos de la música, en principio opuestos, como son el ritmo y el color del sonido. Uno está conectado con la parte mecánica de la interpretación pianística, mientras que el otro se relaciona con un ideal, con lo poético y enternecedor. Estos dos elementos, sin embargo, no son tan opuestos como pudiera parecer. La belleza y variedad del segundo depende en gran medida del dominio del primero. Es preciso tocar rítmicamente antes de tocar con pasión. En primer lugar, se necesita mantener el tempo antes de intentar conseguir la calidad sonora y la emoción a través de cualquier fluctuación rítmica. La dependencia es mutua, por lo tanto, el tempo y el ritmo son lo primero de todo. Cuando éstos están totalmente bajo control, nunca antes, podremos ir más allá e introducirnos en el terreno más amplio de la variedad sonora.
El ritmo es una de las herramientas más importantes del pianista, algo de lo que no puede prescindir. Se suele decir que tener un buen sentido del ritmo es una característica que diferencia al artista del músico amateur. Este último no se percata de los problemas rítmicos que tiene, mientras que el artista es plenamente consciente porque su sentido rítmico está más desarrollado. Un sentido rítmico perfecto es a menudo inherente al músico, constituyendo una parte de ese don natural que ha estado cultivando de manera persistente. Puede que nunca haya tenido ningún tipo de dificultad con este aspecto de la interpretación pianística, mientras que el amateur tiene que lidiar constantemente con las dificultades de tempo y ritmo.
Cuando se trata el tema de la utilización del metrónomo para trabajar el sentido del ritmo, no siempre encontramos una respuesta unánime entre los músicos profesionales. Con este férreo y desarrollado sentido del tempo que demanda el músico profesional, no es de extrañar que el artista no se interese demasiado por el tempo mecánico. La censura del metrónomo por Josef Hofmann se debía probablemente a su sentido rítmico y artístico innatos. Sin embargo, sus palabras han influenciado sin duda a muchos estudiantes, que, carentes de sentido del ritmo, se habrían beneficiado enormemente del uso de este aparato.
Cuando le preguntaron a Godowski su opinión sobre el metrónomo respondió: "Ciertamente apruebo su utilización. Incluso le he dedicado un capítulo en mi trabajo sobre la interpretación pianística Progressive Series." Edwin Hughes resalta lo siguiente: "Si los alumnos poseen un pobre sentido del ritmo, el mejor remedio es practicar con metrónomo, utilizándolo diariamente hasta que los resultados sean evidentes y pueda cesar esa rigurosa disciplina. Con paciencia, el sentido del ritmo mecánico, la habilidad para contar y agrupar las notas de una pieza musical correctamente, se puede enseñar a cualquier persona. Pero para realizar las delicadas alteraciones de ritmo que requiere una mazurka de Chopin o un vals vienés, se necesita tener un don especial."
Los artistas y profesores que han estado bajo la influencia de Leschetizky y utilizan sus principios pianísticos, se muestran generalmente a favor del uso del metrónomo, según sus propios testimonios. El hecho es que, como profesores, encuentran a menudo estos problemas rítmicos en los estudiantes, por lo que se ven forzados a aplicar medidas estrictas para contrarrestar esta falta de comprensión rítmica.
Por lo tanto, el correcto uso (y no abuso) del metrónomo puede servir de gran ayuda para establecer un sentido firme del ritmo.
En la próxima entrada del blog continuaremos con las reflexiones sobre el apasionante tema de la sonoridad en el piano.
Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.
Traducción: Francisco José Balsera Gómez