Revista Religión

El Roble

Por Frabreum @FRABREUM

El Roble
En la plazacentral del pueblo debían quitar un gran roble, el enorme árbol, que con elpaso de los años se había convertido en un símbolo del lugar. Hasta en elescudo del pueblo se dibujaba su silueta. El roble se había enfermado de unextraño virus. Corría el riesgo de caerse y de contagiar a los árboles máscercanos. Ya se había hecho todo lo posible por salvarlo y la triste determinaciónde derribarlo provocaba en los vecinos una profunda sensación de impotencia.No es fácildeterminar la causa de un problema y no es el camino más agradable tomar ladecisión de solucionarlo.
Losleñadores llegaron una mañana con sierras automática y hachas. Los vecinos sereunieron en la plaza para presenciar su caída. Esperaban oír el estrépitoproducido por el choque del inmenso árbol contra el suelo. Suponían que loshombres empezarían a cortarlo por el tronco principal en un lugar lo más pegadoa la tierra. Pero en vez de esto los hombres colocaron escaleras y comenzaron apodar las ramas más altas
En eseorden de arriba hacia abajo cortan desde las más pequeñas hasta las másgrandes. Así cuando terminaron con la copa del árbol, sólo quedaba el troncocentral, y en poco tiempo más aquel poderoso roble yacía cuidadosamente cortadoen el suelo.
El sol,ahora cubría el centro del parque, su sombra ya no existía, era como si nohubiera tardado medio siglo en crecer, como si nunca hubiera estado allí. Losvecinos preguntaron por qué los hombres se habían tomado tanto tiempo y trabajopara derribarlo. El más experimentado leñador explicó: cortando el árbol cercadel suelo, antes de quitar las ramas, se vuelve incontrolable y en su caída,pueden quebrar los árboles más cercanos o producir otros destrozos. Es másfácil manejar un árbol cuando más pequeño se le hace.
El inmensoárbol de la preocupación, que tantos años ha crecido en cada uno de nosotros,puede manejarse mejor si se lo hace lo más pequeño posible. Para lograrlo, esaconsejable podar en principio, los pequeños obstáculos que nos impiden eldisfrutar de cada día y así ir quitando el temor de que en el intento delibrarnos de éstos y mejorar, todo se derrumbe.
En eseorden, quitando del comienzo los pequeños problemas podemos, gradualmente irllegando al tronco principal de nuestras preocupaciones. Para cambiar hay querealizar una tarea a la vez, quitar las ramas de la preocupación de una en una,ocuparnos y no preocuparnos.
Reconocernuestros errores y tener el valor para enfrentarlos, establecer las prioridadesy los objetivos en la vida y mantener una verdadera determinación paralibrarnos poco a poco de todo el peso que nos impide trabajar, crecer,disfrutar y vivir, transformando nuestras ansiedades, miedos y preocupacionesen coraje, esperanza y fe.
“Con elpaso de los años he aprendido que nada en la vida es irremediablemente trágico;hasta una lágrima al resbalar por la mejilla hace cosquillas.”
1 Pedro 5:7Echad todavuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Salmos138:7Cuando andoen medio de la angustia, tú me vivificas.
Salmos118:5Desde laangustia invoqué a Dios, y me respondió, poniéndome en lugar espacioso.Fuentes:Renuevo de Plenitud

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