Revista Economía

El roce hace el cariño... ¿también con los robots?

Publicado el 14 septiembre 2020 por Ignacio G.r. Gavilán @igrgavilan
El roce hace el cariño... ¿también con los robots?

Los cambios suelen provocar miedos y resistencias. Es un patrón común y por eso existe una disciplina denominada gestión del cambio.

Ese patrón aplica también al caso de introducción de nuevas tecnologías. Cuando pensamos en tecnologías de automatización, como pueden ser los robots, uno de los posibles motivos de la resistencia es el temor a que los robots acaben haciendo irrelevante nuestro trabajo y que nos sustituyan por llevar a cabo mejor las tareas que antes teníamos encomendadas.

En el caso de los robots, sobre todo si pensamos en robots androides, que emulan en su forma física a las personas, y especialmente en el caso de los robots sociales cuyo cometido es tratar con las personas en su día a día en áreas como el cuidado de mayores o enfermos, se producen recelos adicionales. Su aspecto humanoide los hace a un tiempo más cercanos y atractivos pero también pueden llegar a generar más rechazo como se describe en el fenómeno del 'Uncanny Valley' precisamente por parecerse demasiado a nosotros...sin ser iguales.

En el libro 'Human-Robot Interacion. An Introduction', de Christoph Bartnek, Tony Belpaeme, Firedrike Eyssel, Takayudi Kanda, Merel Keijsers y Selma Sabanovic, los autores mencionan estudios que  confirman que existe un rechazo generalizado a aceptar la idea de robots en tareas del día a día, especialmente cuando su labor es tratar con personas vulnerables. Así, nos dicen: 

Recents polls in the United States and Europe suggest that the broader public is not very willing to accept social robots for everyday use, particularly in areas such as eldercare and other socially assistive and interactive applications. 

Sin embargo, los mismos autores mencionan otros experimentos en que, el hecho de que las personas objeto de análisis tuvieran conocimiento o experiencia previa de interacción con robots, hacía que su actitud hacia estos ingenios fuese más favorable. Y de ahí obtienen una conclusión, o al menos una expectativa:

We can therefore expect that as people have increased contact with robots, be it directly or through the media, attitudes will grow more positive, and the willingness to use robots will increase over time.

Es decir, la expectativa es que, a medida que tengamos mayor contacto con los robots, incluso simplemente a través de vídeos o noticias, las receptividad hacia ellos mejorará.

Y creo que es una expectativa más que razonable. En el fondo, si lo pensamos bien, a pesar de ciertas resistencias iniciales que puedan existir, acabamos admitiendo y asimilando muy bien las nuevas tecnologías. 

Creo que hay un doble motivo para ello.

Por un lado porque, evidentemente, las nuevas soluciones tecnológicas tienen como misión ayudarnos, hacernos la vida más fácil. Y ya sabemos que a lo bueno es fácil acostumbrarse.

Pero, además, porque, aunque el ritmo de avance tecnológico es alto, las mejoras las vamos percibiendo de forma gradual lo que también las hace más aceptables. En el fondo, no nos damos verdadera cuenta de la velocidad del cambio más que cuando echamos la vista atrás. 

Hoy en día es impensable no disponer de ordenadores individuales tanto en ámbito profesional como personal y, sin embargo, hace no tantas décadas, no existían ordenadores en las empresas ni mucho menos en las casas. Y nos hemos acostumbrado y nos parece bien e incluso casi imprescindible.

Hoy en día es casi impensable no disponer de algún tipo de acceso a Internet. Y no un acceso cualquiera, sino un acceso en banda ancha...cada vez más ancha. Y nos hemos acostumbrado, y nos parece bien y si en algún sitio no disponemos de WiFi o datos estamos casi perdidos, inquietos e incluso malhumorados. Y sin embargo, no hace tantos años el acceso a Internet no era generalizado ni mucho menos en banda ancha.

Hoy en día raro, muy raro es quien no dispone de un móvil y no un móvil cualquiera, sino todo un smartphone que es un pequeño ordenador lleno de Apps y, por supuesto conectividad en banda ancha, no solo para voz, sino para mensajería, vídeo y lo que haga falta. Y nos hemos acostumbrado, y nos parece bien. Pero hace apenas dos décadas los móviles no estaban generalizados y hace muchos menos años que se generalizaron los smartphone. 

Y así con todas las grandes tecnologías, digitales o no.

¿Y los robots? Pues creo que va a pasar lo mismo. Ya nos hemos acostumbrado a disponer de asistentes personales y chatbots que nos hablan en lenguaje natural. Al principio llamaba un poco la atención y hacía gracias, pero ya es algo natural y casi común. Ya es tambiñen algo relativamente extendido el uso de los robots aspiradora en los hogares, unos robots que son autónomos y que también nos hablan. Y ya es normal tener altavoces inteligentes como Alexa a los que pides todo tipo de cosas de viva voz. No es tan raro ya, en hospitales o almacenes, la existencia de robots autónomos para el transporte de materiales. Y en cuanto a los robots androides, todavía no están generalizados, pero ya los vemos en tiendas de juguetes, en exposiciones tecnológicas, en vídeos. Ya no nos sorprendería tanto encontrarnos con ellos en la recepción de un hotel o de un evento. Si no nos ha sucedido ya, antes o después nos va a suceder.

Y creo que va a seguir así. Creo que cada vez nos encontraremos con más frecuencia con  robots en el trabajo y en el hogar. Y algunos de ellos serán humanoides. Y casi todos nos hablaran y entenderán nuestras órdenes. Y tendrán cada vez mayor autonomía y mayor soltura en su conversación, movimiento e incluso expresión de emociones. Y serán más y más abundantes y más y más capaces.

Y nos acostumbraremos. Y nos parecerá bien. Y los echaremos en falta si se nos estropean o no disponemos de ellos por alguna razón. Y lo que nos parecerá sorprendente será recordar cómo, sólo unos pocos años, quizá alguna década atrás, no existían robots y nos preguntaremos cómo podíamos vivir sin ellos.

Y es que, en efecto, nos acostumbramos a la tecnología. Es que las tecnologías nos hacen la vida más fácil y es que, como en todo, el roce hace el cariño.

Si, también con los robots.


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