(Imagen de cubierta del primer LP de Manal)
Mientras escribo esto sale de mi compu una voz que grita “el problema racial, el problema racial” y Naty, mi hija de veinte años, se permite decirme “sacá eso”. Ella no sabe que es Tanguito, ni tampoco sabe quién es Tanguito, ni Ramsés VII, ni José Alberto Iglesias. ¿Que le digo? Le digo lo primero que me sale: “Callate, dejame escuchar, es un inédito de Tanguito”. Ella insiste en que ese Tanguito que está cantando, ladra. No me entiende. Tanguito el de la Balsa, el del amor de primavera ¿Y cómo explicarle la importancia de Tanguito en mi vida? Ahora está cantando un poco más armoniosamente aquel filosófico tema de Moris “Esto va para atrás”, rebautizado en esta versión como “Yo no pretendo”, aquel que dice “si hay que nacer, vivir y morir/ porque las guerra, el hambre y el sufrir/ No hay nada más importante/ de eso yo me convencí/ y es que el que nazca, viva en un mundo feliz”. Muchas veces me pregunto, sí como los Manal, por qué, a los cuarenta y tres años, sigo escuchando con igual devoción aquellos temas del rock nacional que empecé a escuchar cuando tenía catorce, quince, y seguí escuchando a los veinticinco. Debe haber una parte de mi que se la debo a esas letras y a esa música. La otra vez nos cuestionábamos con algún amigos que significa eso de “toma el taxi nena, los hombres te miran, te quieren tomar/ ojo el ramo, nena/ las flores se caen, tenés que parar” de la “Cantata de Puentes amarillos” de Luis Alberto Spinetta Ahora me digo que hay poesías que apelan a lo sensorial. Enrique Symns escribió hace poco que el más gran disco de la música nacional es Artaud. Textual de Symns: “ni antes ni después de Artaud el rock nacional logró construir una obra con tanta sensatez pero capaz de producir un shock de insensatez en quien la escuche”. De adolescente, lo seguí al Flaco, solo y con Jade, a Pappo, solo y con Riff (primer Obras con Plus como telonero, 9 julio de 1980), a Litto Nebbia, escuché a Manal en el Festival Humor (Obras, abril 1982), a Sumo (La Capilla, 1985), a Serú Girán cuando presentó Bicicletas (Obras, junio de 1980), presencié muchas zapadas de trasnoche en el Auditorio Buenos Aires de Florida, Orions (Obras, 1982), lo escuché a Juan Carlos Baglietto (Obras, primera presentación de Tiempos difíciles, mayo del 82), a Fito Paez (Obras, agosto de 1987 presentación de Ciudad de pobres corazones), estuve en el festival El Rosariazo (Obras, mayo de 1983)...Y vi en vivo y en directo muchos más grupos under que después pasaron a escribir la historia como Virus (Auditorio UB, 1981), Los violadores o Los Ratones Paranoicos. Después en mi vida aparecieron con más fuerza el folklore, la música clásica y, finalmente, el jazz, que lo desplazó casi todo. Sin embargo, en los momentos más extraños me encuentro tarareando alguna de aquellas viejas canciones. En mi escritorio frente a la compu en mi cabeza aparece “adonde está la libertad/ no nunca dejo de pensar/ quiza la tengan en algún lugar/ que tendremos que alcanzar” (Pappo, 1971). O caminando de regreso a mi casa empiezo a cantar “una casa con diez pinos/ hacia el sur hay un lugar/ ahora mismo voy allá, porque ya no aguanto más/ no aguanto más, no aguanto más/ vivir en la ciudad/ Entre humo y soledad,/ nada más que respirar/ nunca más, nunca más/ en la ciudad” (Javier Martinez, 1970). El 27 de noviembre de 2008 en la Casa América de Madrid tuve la suerte de ser parte del festejo que un montón de músicos reunidos por Claudio Gabis, sí el mismísimo guitarrista de Manal, hicieron a los 40 años del rock argentino. Aparte de ser un recitalizo donde pasaron una pila de músicos argentino y españoles que interpretaron grandes clásicos como Rutas argentina (Almendra), No pibe(Manal), Despiértate Nena (Pescado Rabioso), Jugo de tomate frío (Manal), Rasguña las piedras (Sui Generis), Blues del terror azul (La pesada del rock & roll), fue el reconocimiento de que empezó a cantarse rock en español en ese país del Sur de América hacia fines de los 60, cuando nadie se animaba. En eso, como en muchas otras expresiones artísticas, Argentina se adelantó y se destacó en el mundo iberoamericano y uno de los músicos que lo hizo se llama Claudio Gabis, que hace muchos años reside en Madrid y con quien tendré la suerte de comer algo la semana próxima. Ya les contaré.Blog del autor del libro de cuentos "Historias fugaces de hombres y mujeres".