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El Rostro del Minotauro

Publicado el 25 junio 2009 por Angel Esteban

La Historia Verdadera…

Minotauro

El Minotauro

Ese día finalmente el minotauro fue apresado por los monteros, luego de una incesante cacería que terminó en el acorralamiento del ser místico entre una montaña infranqueable y un escabroso acantilado imposibilitando el escape. La misma fortaleza corpórea que le había servido para librar decenas de batallas, fue la causa de su perdición. Escondido entre arbustos como única manera de distracción, pensó en burlar a sus perseguidores ocultándose entre la maleza; pero sus piernas resultaron torpes para moverse sigilosamente entre los matorrales, y con cada movimiento lejos de escabullirse, daba una señal más a los monteros para rastrearlo. Al final de la tarde todo esfuerzo resultó vano, quedando el minotauro capturado irremediablemente.

Su confusión no podía ser para menos, pues rodeado por un sinnúmero de seres, su lenguaje no lograba explicar en palabras humanas la sinrazón de tanta algarabía. A los oídos del minotauro llegaba la incesante algazara de las gentes en su afán de saberlo todo y contarlo todo. El lenguaje incomprensible en tanto murmullo ni siquiera le distraía, como tampoco le distraían las gruesas sogas que le ataban fuertemente las piernas y los brazos, ni el punzante collar de metal que le oprimía el cuello a punto de estrangulación, manteniéndolo encadenado a los barrotes. Nada de eso le perturbaba, tenía la mente puesta justamente en el ése instante que le causo tanto embrollo. A pesar de su estado como rehén, la libertad del ser místico seguía intacta.

Y era tanto lo que debía indagar, ¿cómo explicar las causas que le llevaron a estar entre esas gentes? Indagar y buscar para ver si de forma alguna encontraba una vía de escape. No entendía como se había convertido en el festín y botín de mercaderes de feria; si antes, en su entorno natural, no era siquiera un ser singular. Cómo entender ese justo momento cuando tentado por la curiosidad, la existencia misma le había cambiado de golpe, habiendo salido de su mundo místico para dar a parar con estas gentes bulliciosas.

Ante la imperante concentración, la mirada penetrante del minotauro no pocas veces se fijaba en alguna una mujer, poniendo en guardia a los hombres que lo veían como signo de agresión, como en preparación de ataque. Pero era esa fijación visual la que necesitaba para interiorizarse, retraerse en su psique y buscar todas las razones que necesitaba.

Y sin el minotauro percatarse, allí estaba ella, quien en el recóndito mundo de su imaginación buscaba  una estampa que le pudiera dar respuesta a su insistente y angustiante interrogante de cómo lucía el rostro del minotauro. De costumbre, la curiosidad de las gentes se concentraba en su aspecto tosco, y su fortaleza física. Pero muy pocos mostraban curiosidad por la apariencia de su rostro.  A diferencia de los demás, a ella no le convencía ni el aspecto animal y menos aún el  humano del minotauro. Precisaba imperativamente, descubrirle el alma, asir su ser de una vez por todas, a través de los ojos enclavados en el rostro del engañoso ser de fábulas.

(c) Angel Paredes Villanueva  2009. Para leer más revise la categoría Cuentos y Relatos!

Minotauro

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