Revista Libros
"EL SABOR DE LAS PEPITAS DE MANZANA" de Katharina Hagena
Publicado el 12 diciembre 2011 por MarianleemaslibrosIris es la voz en primera persona de esta narración que empieza con un entierro, el de su abuela Bertha y con la lectura de su testamento.
Para sorpresa de sus tías Harriet, Inga e incluso de su propia madre Christa, ella es la heredera de la pequeña casa de Bootshaven, un pueblecito al Norte de Alemania. Esa casa, con olor a manzanas y a piedra, que ha presenciado tantas vivencias de la familia Deelwater, una familia donde el destino siempre se ha manifestado bajo la forma de una caída, y de una manzana..., y que cuenta con un hermoso jardín, testigo mudo de tantas caricias, besos, así como de alguna que otra muerte.
Cada rincón evoca su infancia, su adolescencia, las correrías con su prima Rosmarie, fallecida a los 16 años, y con su mejor amiga y vecina Mira, pero sobre todo, los años en los que su abuela empieza a perderse en sus olvidos, a olvidar lo que hace, lo que dice, lo que debería haber hecho y lo que debería haber dicho.
Iris siente que no quiere la casa, son por un lado demasiadas añoranzas tristes, amargas, aunque superadas tajantemente por recuerdos bellos, inolvidables.
¿Cambiará de idea y decidirá conservarla? ¿O seguirá fiel a su primer impulso y se deshará de ella?
Mi conclusión final
La autora describe a la perfección la enfermedad de Bertha, a la que llama "La casa del Gran Olvido", esa enfermedad tan triste que sufren por desgracia demasiadas personas. Desde que se cayó del manzano, no volvió a ser la misma. Empezó a olvidarse de las cosas, a no encontrar el camino de regreso, a deambular como alma en pena por la casa sin saber lo que le pasaba con exactitud, aunque intuyendo que algo iba mal, asustándose y llorando con facilidad.
Dos personajes que quiero adelantar por parecerme de lo más curiosos son:
--. La chisporroteante tía Inga, que así era, porque parece ser que nació durante una violenta tormenta eléctrica, justo en el momento en que un rayo atravesaba la casa de arriba a abajo. Ya de bebé transmitía descargas a cualquiera que la tocara, descargas que iban en aumento según iba creciendo.
"Rosmarie se preguntaba que ocurría con los amantes de nuestra tía. ¿Morían de paro cardiaco inmediatamente después de haber disfrutado del instante de placer más gratificante y feliz de su vida? ¡Que muerte más gloriosa!, exclamaba. Mira decía que tal vez Inga no tuviese ningún contacto epidérmico y lo hiciese todo protegida por un traje de goma. Yo decía que Inga lo hacía sin duda como todos los demás, sólo que tomaría probablemente la precaución de conectarse a tierra a través de un radiador o algo parecido"
--. Y Mira, la vecina y mejor amiga de las primas Rosmarie e Iris, que tenía obsesión por el color negro. Siempre iba de negro, sólo comía cosas negras, escuchaba música negra, se lavaba con jabón negro, solo pintaba con tinta china o carboncillo, pero tenía una pasión que no era negra: Rosmarie.
Otra curiosidad que me impactó bastante es el juego preferido de Rosmarie, Mira e Iris, a priori inocente, que empezaron a practicar desde pequeñas. Lo llamaban "¡zámpatelo o muere! "Y consistía en que una se arrodillaba con las manos atadas a la espalda y los ojos vendados. Las demás le metían cosas en la boca y ella tenía que tragarlo". Tragaron gusanos, cebollas podridas, cochinillas, huevos de hormiga, e incluso alguna araña. ¡Que asco sentí en algunos momentos...!
Para mí, la gran incógnita que la autora desvela ya avanzada la lectura, y que me hacía querer avanzar más y más, es cómo y porqué murió Rosmarie, que sucedió realmente la noche del accidente. Mi desencanto vino al comprobar que sí te queda claro el cómo, pero deja en el aire el porqué, para que cada cual lo interprete a su manera.
He disfrutado mucho de esta lectura conjunta con efluvios de manzana, que organizó Carmen y amig@s. El libro, que ha sido todo un éxito de ventas en Alemania, es corto, se lee rápido, sobre todo porque te engancha.
Algo sobre la autora
Katharina Hagena nació en Alemania, estudió literatura inglesa y alemana en Marburgo, Londres y Friburgo, se dedicó a la investigación y la enseñanza. Ha escrito varias novelas de no ficción y algún que otro libro para niños. Pero ésta que hoy me ocupa ha sido su primera novela y esperemos que no la última. Se publicó en 2008, aunque no ha llegado a España hasta hace bien poquito, en noviembre de 2011. Actualmente se dedica solo a la escritura y vive en Hamburgo.
El Booktrailer del libro
Los enlaces a las reseñas del resto de participantes en la lectura conjunta:
Carmen: Carmen y amig@sTatty: El universo de los librosLittleEmily: Reading at the moonlightAran: Espíritu LibreMargari: Mis lecturas y más cositasMargaramon: Libros, exposiciones, excursiones...Goizeder: Cuéntate la vidaBookworm: Bitácora de (mis) lecturasLourdes: Libros que voy leyendoBelisama: El gato del baúlPepe: La Casa de San JamásKristineta: Cris y sus mariposasLaky: Libros que hay que leerMatilda: Cuando Matilda se haga mayorJota: El coser y el contarIsi: From Isi
Los demás personajes importantes
--. Iris, nuestra narradora, la hija de Christa (la mayor de las tres hermanas), bibliotecaria en la actualidad en la universidad de Friburgo. Antes leía sin parar a la vez que comía, pero hacía ya un tiempo que había dejado de leer. Le encantaba descubrir libros olvidados, jamás leídos por nadie, supervivientes a millones de no-lectores.
--. Harriet, la más joven de las tres hermanas, madre soltera de Rosmarie. No estaba hecha para estar, estaba hecha para flotar. De niña era la única que en vez de quedarse paralizada en presencia de su padre, cerraba los ojos y se dormía, remontaba el vuelo. Adoraba a los animales y estudió veterinaria, pero prorrumpía en sollozos a la simple vista de un animal enfermo. Así que un día salió de de la sala de las prácticas de disección y nunca más volvió a la universidad. Después estudió idiomas y se hizo traductora, mediadora nata entre dos mundos que no podían comprenderse, entre otras cosas porque tenía el don de identificarse plenamente con los sentimientos y los pensamientos de los demás.
--. Christa, la mayor de las tres, la hija predilecta de Hinnerk, hecho que suscitaba celos y reproches, acentuados si cabe cuando antes de morir de un infarto a los 75 años, lo último que pronunció con toda la dulzura de que era capaz, fue su nombre. Adoraba el frío y patinaba como nadie. Volaba, bailaba, corría, ardía sobre el hielo...
--. Hinnerk, el marido de Bertha: taciturno, silencioso, padre muy duro y estricto con sus hijas, pero abuelo gracioso divertido, con un humor imprevisible y encantador con sus nietas, que tenía el don de quedarse dormido donde quiera que se encontrase.
--. Bertha, la abuela recién fallecida. Ella siempre amó a Hinnerk y éste siempre amó a Anna, la hermana mayor e inseparable de Bertha, que murió también de forma prematura con 16 años, de una pulmonía.
Las relaciones entre Christa y sus hermanas, fueron tensas a partir de la muerte de Hinnerk. Inga y Harriet le echaban en cara no ocuparse de Bertha, y poner por excusa el vivir lejos. Pero en los últimos años se habían acercado bastante.
--. Rosmarie, prima de Iris y la mayor de las dos. Puede que en secreto amara a Mira y Mira a ella, puede que no. Encontró la muerte de forma prematura, a los 16 años.
--. Max, el joven abogado del cigarrillo que estaba presenta en la lectura del testamento, el hermano pequeño de Mira. De niño siempre intentaba pegarse a su hermana y sus amigas, admirador silencioso de Rosmarie e Iris. Ahora, en el reencuentro, entra con fuerza en la vida de Iris, después de tantos años.
--. El señor Lexow, otro vecino, que llegó al pueblo sustituyendo al difunto maestro y pasó toda una vida amando o creyendo que amaba a Bertha, recordando su beso furtivo, ¿un beso quizás procedente de otra mujer?.
Cuando Iris se reúne con sus tías y sus padres en el entierro de su abuela, se toma unos días de vacaciones en la nueva casa que acaba de heredar, para poner todo al día, pensar que hacer con esa herencia recién otorgada. Los recuerdos comienzan a aflorar, en cada rinconcito, en cada recoveco, con cualquier prenda, con cualquier objeto.
¡Cuantas veces le han contado lo que disfrutaban Bertha y su hermana mayor Anna, recogiendo las manzanas...! Hacían purés, zumos, mermelada de manzanas y se movían casi con la misma agilidad en los árboles que sobre el suelo. Se instalaban sobre unos tablones clavados en un manzano Boskoop particularmente imponente, para leer libros, beber zumo, comer manzanas y bizcocho de mantequilla. "Anna mordisqueaba las pepitas durante horas y decía que sabían a mazapán".
El señor Lexow, que fue maestro de ambas, visita varias veces a Iris y el primer día le confiesa que es muy probable que él sea el padre de Inga, fruto del único (aunque él siempre creyó que fueron dos) encuentro furtivo que tuvo con Bertha. Siempre pensó que la amaba. ¿Porqué digo “creyó”, “pensó”?
Lo explico: Una noche en el jardín de los Deelwater, a oscuras, una muchacha saltó desde un árbol y le dio un besó con sabor manzana Boskoop, las preferidas de Anna, enamorada desde siempre de Lexow. Un beso que él reviviría una y cien mil veces. "Ellos hicieron eso y mucho más y aquella noche la tierra se encendió a su alrededor tanto, que el manzano bajo el que yacían, empezó a brotar por segunda vez pese a que ya era junio". Quiso creer que la dueña de esos besos y ese cuerpo era Bertha, pero mucho más tarde, cuando se acostó de verdad con ella dudó... Ese no era el sabor de aquellos labios que un día aterrizaron sobre él por sorpresa. "¿No estaría amando a la persona equivocada?"
A partir de un primer y bochornoso encuentro en el lago con Max, el hermano pequeño de su amiga Mira (bochornoso porque ella está nadando desnuda suponiendo que es un lugar solitario, desierto y él se mete en el agua sin saberlo), ambos comienzan a verse a menudo, a diario. Ella le expone que no sabe qué hacer con la casa. Se empiezan a echar de menos, a buscarse. Cuando reúne el valor suficiente, le pregunta que ha sido de Mira y la respuesta le deja estupefacta: "desde la muerte de Rosmarie, no volvió a vestirse de negro. ¿Mira de colores? No podía ni tan siquiera imaginarlo...”
El capítulo que me parece más importante y más impactante de la novela, es el de la muerte de Rosmarie y las circunstancias poco claras que lo envuelven. La autora ya deja entrever desde los comienzos, una cierta relación homosexual entre Rosmarie y Mira, o tal vez sólo sentían una fuerte atracción. Cuando Mira descubre a Rosmarie besando al medio novio de su tía Inga, decide seducirle y lo consigue, ¿tal vez por despecho? La mala suerte hace que se quede embarazada. Cuando Rosmarie se entera...
“-- Lo has hecho por mi, ¿no es cierto?, preguntó Rosmarie. Mira permaneció en silencio y negó con la cabeza.
-- Deja que te lo quiten, Mira, dijo Rosmarie. Debes hacerlo
Rosmarie se inclinó sobre la mesa y besó a Mira bruscamente en la boca. El beso duró mucho tiempo.”
Unos días después, la noche de su muerte, Rosmarie intentó despertar a Iris, le suplicó, la zarandeó, pero ella se hizo la dormida. Al rato, la despertó su abuela y la llevó al jardín. "Allí en lo alto de un sauce pudieron ver a Mira y Rosmarie muy juntitas, acurrucadas. Entonces Rosmarie trepó por la rama del sauce hasta el techo ruinoso del viejo jardín de invierno. Empezó a hacer equilibrios sobre la estructura metálica, mientras Mira gritaba. De pronto echó la cabeza hacia atrás, retiró el pié del marco metálico y lo apoyó sobre el vidrio, se oyó un crujido. Mira le tendió la mano. Rosmarie la agarró. Y en ese momento ocurrió: Mira se estremeció, Rosamarie le había enviado una descarga eléctrica y la mano de su amiga se le escapó. La ambulancia se llevó a Rosmarie, Mira y a Harriet, dejando tras de sí un oscuro charco de sangre. Pero Rosmarie había muerto de hemorragia cerebral, la sangre era de Mira que había abortado la víspera".
Varias preguntas quedan para siempre sin respuestas:
¿Qué quiso decirle Rosmarie a Iris cuando quiso despertarla? ¿Sabía ella que Mira había abortado? ¿O se lo había contado Mira esa noche y por eso saltó? ¿Se había caído? ¿Había saltado? ¿Que habría pasado si ella hubiese abierto los ojos y la hubiera escuchado? ¿Habría eso cambiado el rumbo de los acontecimientos?
Iris regresó a Friburgo sin saber todavía si se quedaría con la casa y todos los recuerdos. En el epílogo ella relata que está sentada en el escritorio de Hinnerk mirando el jardín. Su hijo juega con sus amigos en el patio. Hace unos días que está arreglando las habitaciones de arriba para sus padres. Su padre ha decidido mudarse porque la melancolía de su madre ha llegado demasiado lejos, llora mucho y come poco. Su madre olvida, a veces no se acuerda de si ha cocinado o no. A veces olvida también como se cocina. "Lo olvidado jamás desaparece sin dejar huella, atrae siempre la atención hacia su guarida. Cuando se pierde la memoria, el tiempo pasa al principio demasiado aprisa y después, no pasa en absoluto."
Aún no ha vuelto a ver a Mira y eso que ahora es de la familia, pero se telefonean de vez en cuando. "Cuando hablan jamás mencionan a Rosmarie. Hasta tal punto evitan hablar de ella que se alcanza a oír su aliento en el auricular. Y el murmullo del viento nocturno en las ramas del sauce..."