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Empiezo el mes de agosto hablando de misterio y perros fantasmagóricos y aterrorizadores. Conan Doyle, para mí, es uno de los grandes de la narrativa de misterio. Creo que la manera en que sus personajes resuelven los casos y la forma de llevar los personajes y los hechos, está por encima de otros escritores de renombre. Obviamente, esto es una opinión; Doyle, a mi modo de ver, es una apuesta segura.
Nuestros protagonistas son archiconocidos; Sherlock Holmes y Watson. Doyle ha creado en Holmes, el prototipo de gentleman victoriano, cuya sombra y ayudante es el eficiente Watson. Watson es médico al igual que Doyle; y Holmes está basado en un profesor que el mismo autor tuvo en la universidad. Un hombre observador e inteligente, que le sirvió de patrón para inventar a su protagonista principal.
Pero, dejando aparte curiosidades, me centraré en la trama de una de las obras más famosas del autor.
Sir Charles ha muerto en extrañas circunstancias, y el caso se le encarga, como no, a Holmes. Watson y él abandonan Londres y se dirigen a Dartmoor, donde se ha producido la muerte. Una vez allí, son testigos de extraños hechos que, según se cuenta, se deben a la maldición que cae sobre los Baskerville. Diabólicos y terroríficos aullidos anuncian el presagio de que algo va a pasar. Los páramos de Dartmoor esconden una maldición o algo peor, que mantiene aterrorizado al pueblo, pero sobre todo a los Baskerville. Para dar solución al caso, Holmes y Watson se integran en el círculo familiar de los Baskerville. Todos hablan de un animal enorme, que mata a todo aquél que se le cruza en el camino. Nadie se atrave a atravesar los páramos en horas sin luz. Incluso evitando cruzarse con el animal, el destino les lleva hasta él. ¿Cómo resolverán nuestros amigos la situación? ¿Será cierto que hay un perro de enormes dimensiones que tiene atemorizada a toda una región? o ¿serán simplemente las alucinaciones de algún cerebro loco?
¿Nos adentramos en los páramos?
Esta novela también forma parte del reto: Libros Olvidados. Mi edición es de 2003, pero la primera publicación corresponde al año 1902.

