Parece que los datos que se van sabiendo no son de lo mejor del mundo, la mitad de los seis millones de demandantes de empleo españoles no percibe ni prestación por desempleo ni subsidio alguno. Pues a descontar tres millones de parados que no reciben nada. Si se borran, desempleo que se reduce.
Los parados que cobran el desempleo son 1,3 millones y los que reciben subsidios, 426 euros al mes por unidad familiar como máximo, son otros tantos. Sumando se puede ver que faltan otros 400.000 demandantes de empleo que por criterios burocráticos no pertenecen ni a los que no cobran ni a los que cobran, simplemente ni cobran ni se cuentan.
De lo anterior podemos calcular que 3,4 millones de parados no perciben absolutamente nada, 1,3 millones cobra aún el desempleo correspondiente por su despido y otros 1,3 millones debe sobrevivir con los famosos 426 euros que reconoce la administración española como cantidad con la que deben vivir los ciudadanos que perdido el empleo y el derecho a cobrar el subsidio por desempleo por no haber tenido oferta alguna de trabajo pasa de ser perceptor de subsidio en lugar de prestación.
Esa cantidad son 71.000 pesetas al mes, el salario medio español de 1981, con los que la unidad familiar debe pagar los gastos de 2014. Es evidente que el estado español considera que los ciudadanos deben poder vivir como si los precios fueran los de ¡hace 33 años!. Más de la mitad de desempleados españoles convertidos en desempleados de larga duración por no haber tenido oferta de empleo alguna en dos años deberá vivir con precios del 23-F hasta que pierdan el derecho a ayuda alguna. ¿España es un "Estado social y democrático de Derecho"?. Será de boquilla.
Porque lo que no cuentan es que esos salarios de subsidio caritativo del estado a los ciudadanos se cobra durante 11 meses, no se cobra durante un año, se vuelve a cobrar otros 11 meses, otro año de parada y por fin los últimos 11 meses. No son 426 euros durante un año si no a repartir entre dos, porque cumpliendo los requisitos decretados por el gobierno, de cada 24 meses se cobra 11. Como se puede ver, no hay nada como ser un ciudadano europeo.
De esta manera las autoridades españolas conceden en realidad un subsidio que es de 195 euros al mes. Menos de 50 euros al mes por persona en una unidad familiar de cuatro miembros. Cada miembro de la familia dispone de 1,6 euros al día para todos sus gastos incluyendo vivienda, comida, luz, gas. Pues estos que en condiciones tan tercermundistas viven como ciudadanos de potencia europea de pro, son más que los que cobran el desempleo.
Así que de la masa de desempleados, 3,4 millones no reciben nada y otros 1,3 millones reciben el citado subsidio de 426 euros al mes. Salen 4,7 millones de parados que o no reciben nada o reciben una ayuda que es la mitad de lo necesario para vivir justito en 1981, cuando gobernaba el recién fallecido ex presidente Adolfo Suárez. Un subsidio de 32.500 pesetas al mes prorrateado en 24 meses pero repartido en 11 pagas. La suma de recibos de luz, agua y gas, son más dinero cada mes.
¿Cómo se calcula el gasto mínimo de una familia en España en función de los precios españoles?. Sencillo, las autoridades se inventan una cifra y la decretan, al más puro estilo dictatorial, lo manda el estado y por lo tanto es eso o nada. Para que luego digan que lo del céntimo sanitario era obrar como estado de mala fe contra los ciudadanos legislando en fraude de ley. ¿Cuándo no?. Los precios de Holanda y España son los mismos, la renta es la que es. Ignoramos cuantas familias holandesas o francesas sobrevivan en sus países con unos ingresos de 195 euros mensuales para todos los gastos.
Quizá todo está originado en la ficción estadística, basta ir a los datos del año 2005, cuando España era Jauja y existía la cultura de la propiedad que acompañaba al efecto riqueza de las hipotecas a 40 años, el gobierno saliente se atribuía todo el mérito gracias a las leyes que habían provocado el milagro del crecimiento (de la burbuja inmobiliaria y crediticia) español y el nuevo gobierno reconocía que la economía iba de maravilla, con un crecimiento que para sí lo quisieran alemanes y franceses.
En ese año, según los datos estadísticos oficiales publicados por España, su PIB era de 909.000 millones de euros, de esa cantidad la construcción suponía el 20%. Pero los datos de la OCDE del mismo año dan un PIB para España de 750.000 millones de euros. Un desfase de casi 160.000 millones de euros no es normal. Pero lo peor viene si se calcula que hundido el ladrillo ha desaparecido el 20% que suponía del PIB. Conforme a los datos de la OCDE, eso serían 150.000 millones de euros que han desaparecido con el sector del ladrillo al estallar la burbuja inmobiliaria. Quedarían unos 500.000 millones de euros de PIB.
Pero los datos oficiales son los que son, así que el PIB español del año 2012 fue de 1,02 billones de euros, por lo que desde 2005, con la desaparición del 20% del PIB, éste ha crecido. ¿Qué datos son los buenos?, ¿cómo puede haber tanta diferencia de cifras?. Si el PIB oficial de 2005 era de 900.000 millones de euros, ¿cómo se ha rellenado el 20% del ladrillo?. Porque descontándolo aparece el PIB que daba la OCDE para España en 2005, los 750.000 millones de euros. ¿De dónde salen los otros 250.000 millones de euros que faltan hasta llegar a las cifras oficiales?.
Pues los mismos que calculan esto, calculan lo otro. Con total impunidad. Por eso el tertuliano televisivo que cuela en su comentario "seis millones, o cinco, o cuatro y medio, es lo mismo" refiriéndose a la cifra total de parados, parece ignorar que los 4,7 millones además de parados son pobres con niveles de renta de Tercer Mundo. Y que a nada que formen parte de una unidad familiar, se te van a más del doble. No es que España tenga seis millones de parados, es que se ha permitido dejar que cinco millones de ciudadanos sean población sumida en una pobreza nada europea, más bien griega. Como los niños no son parados por no tener edad laboral, es posible que de ahí salgan las cifras tan tercermundistas que ven algunos en la sociedad española.
Todos estos encantadores datos son los que se presentan cuando se espera que los ciudadanos refrenden las listas al Parlamento Europeo de los mismos que sabiendo estos datos nunca jamás hablarían de ellos en Bruselas. Y mucho menos en la Comisión, porque los pobres españoles afean el paisaje cuando alguien les podría preguntar a ellos mismos cómo es que eso se les ha pasado durante tantos años siendo los datos de su propio país. Un despiste, seguro.