Siguiendo la ola de popularidad de Game Boy y, como hicieron otras compañías asiáticas lanzando muchos otros modelos de “imitadoras” de la portátil de Nintendo (como WonderSwan o Mega Duck), la compañía Watara lanzó también su proyecto de consola portátil en 1992, a la cual llamó Watara Supervision.
Como hemos apuntado antes, esta portátil tuvo la intención de competir con Game Boy gracias a su bajo precio de venta, aunque nunca pasó de ser una intención, ya que la realidad fue bien distinta.
Volviendo a aquel año 1992, no podemos perder de vista que el mercado estaba totalmente dominado por Game Boy, incluso tras la puesta en escena de portátiles técnicamente superiores como Game Gear o Lynx, lo cual hizo pensar a Watara que la solución estaba en ofrecer lo mismo que Game Boy pero a un precio muy reducido (50 dólares frente a los 90 de Game Boy).
Para conseguir lo anterior, Watara puso sobre la mesa una consola de 8 bits a 4 MHz similar a Game Boy. Al igual que ésta, su pantalla era LCD con 4 tonos de gris, ofreciendo una resolución de 160×160, prácticamente igual que Nintendo, si bien un poco más grande. También se alimentaba de 4 pilas AA, ofreciendo una autonomía parecida a Game Boy. Como novedad de la consola, ofrecía la posibilidad de conectarse a la televisión mediante cable, permitiendo en este caso jugar en cuatro colores.
Salieron varios modelos con formas diferentes. El original fue muy parecido al de Game Boy, si bien de un color gris oscuro con botones azules y negros. El segundo modelo cambió radicalmente el aspecto de la consola, ya que se dividió en dos partes diferenciadas, gozando la pantalla de más espacio y haciéndose parcialmente inclinable. El resto de modelos fueran muy parecidos al segundo, con alguna modificación en los colores de los botones.
Como suele suceder en estos casos, la consola fue un fracaso (si bien en su lanzamiento levantó algo de expectación, fundamentalmente por su coste), siendo los motivos del mismo básicamente dos. El primero de ellos, la baja calidad del producto. La pantalla era ciertamente mala. Se caracterizaba por tender a verse borrosa, lo cual hacía realmente difícil jugar. Asimismo, los juegos lanzados, en su mayoría, fueron de escasa calidad, simplones y aburridos, sumándose que el catálogo era más bien escaso.
La aventura duró sólo 2 años, ya que en 1994 Watara decidió discontinuar la Supervision.
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