Revista Cultura y Ocio

el salto

Publicado el 01 febrero 2012 por José Angel Barrueco
en saltar de un tejado
a otro:
en eso consistía la apuesta:
en saltar de un tejado
a otro:
del tejado podre de una fábrica
de escamas y esqueletos de pez al
tejado impecable del mesón del chino *:

era un tejado a dos vertientes:
sobre el caballete, en fila india:
alfonso, el hijo del de la imprenta:
pedro, el de la calle atocha:
rufino, el hermano del rata:
horacio, en el saliente:
y yo: el más pequeño de todos:
era un salto gutural: generacional:
desde una altura considerable además:
suficiente como para romperse la crisma
y dejar la vida contra cristales de botellas ro
tas:
clavos con tétanos: y astillas de las tablas
que medraban, como la mala hierba,
en los adoquines del callejón que discurría
entre la fábrica y el mesón:
alfonso y pedro se echaron atrás:
dicho de otro modo: les entró la canalera:

horacio, rufino y yo saltamos:
alfonso tiene mujer y dos hijos:
pedro también: mujer y dos hijos:
horacio saltó del caballete

al caballo
y la palmó de sobredosis hace siglos:
cuando yo apenas empezaba a drogarme:
luego de pegarle el tirón al bolso,
rufino saltó por encima de la anciana,
a la que hizo caer por las escaleras:
el ataúd ya la esperaba abajo: en el portal:

la última vez que coincidí con él,
en la segunda galería de la cárcel provincial,
hace de eso veintitrés, veinticuatro años,
aún estaba pagando por aquella muerte:
lo que trato de explicarte es lo siguiente:

aunque entonces no fuésemos conscientes de ello:
horacio, rufino y yo: los tres que saltamos,
calculamos mal la distancia y nos precipitamos
al vacío:

la caída libre
es caer, pero al menos es libre:
margaret atwood

________
* El Chino, en Gijón, es Wei Hsiao Niu, que apareció en Cimadevilla en los años veinte instalándose no en una casa normal, sino en lo que había sido Ayuntamiento de Gijón en la plaza de la Soledad. Desde entonces, esa casa se conoce como la casa del Chino y allí tenía su taller de farolillos y adornos de papel y su bar (especialidad: licor de sake y leche de pantera, o sea, leche con ginebra).
David González, No hay tiempo para libros (Nadie a salvo) 

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