Los Juegos Olímpicos de 1936 pasaron a la historia por haber sido organizados por el Tercer Reich alemán. Unos juegos en los que Jesse Owens, un atleta de raza negra, fue el ganador indiscutible en un momento en el que la discusión sobre la superioridad de la raza aria copaba muchos ámbitos de la sociedad alemana. En aquellos juegos participaron también personas judías. Una de ellas fue Ibolya Csák, ganadora de la medalla de oro de salto de altura.
Ibolya Csáz había nacido el 6 de enero de 1915 en Budapest, en el seno de una familia de origen judío. Ibolya había sido una muchacha apasionada por el deporte que desde 1929 formaba parte del Club de Gimnasia Nacional Húngaro. Cuando se casó en 1935, dejó momentáneamente sus entrenamientos oficiales. Sin embargo, ella continuó entrenando a su manera aprovechando algunas de las tareas del hogar tales como retirar la nieve del camino o cortando leña para la chimenea.
Meses antes de la celebración de los juegos de Berlín, Ibolya volvió a entrenarse profesionalmente para conseguir estar entre los clasificados para la competición. A pesar de que lo consiguió, dos semanas antes de iniciarse los juegos, el Comité Olímpico Alemán le comunicó que había sido rechazada. Aunque la versión oficial fue su mala actuación, lo cierto es que sus orígenes judíos no jugaron a su favor.
Al final consiguió participar en los Juegos Olímpicos de Berlín y alcanzar los 162 centímetros en un salto de altura que le dio la medalla de oro. Ibolya Csák no fue la única atleta de origen judío que participó y consiguió medalla en los juegos organizados por el nazismo.
Dos años después consiguió otra medalla de oro en el Campeonato Europeo de Atletismo. Ibolya permaneció en el mundo del atletismo hasta el nacimiento de su hija, de su mismo nombre, en 1940. Dos años después nació su hijo Attila. Por aquel entonces, y hasta la década de 1970, trabajó en la Hungarian Banknote Printing. Falleció en Budapest el 10 de febrero de 2006.