Lanzar gases contra los manifestantes de la calle Ferraz, ante la sede del PSOE, es un error y una provocación indigna y tiránica del sanchismo, que pierde los nervios y se desespera porque sus planes para investir al corrupto Sánchez presidente no salen y porque el pueblo español sale a manifestarse contra los abusos sanchistas por toda España. En Madrid, en Córdoba, en Sevilla, y en decenas de ciudades, miles de manifestantes protestan ante las sedes del PSOE contra la amnistía, la opresión sanchista y los pactos indignos y mafiosos con Puigdemont y el resto de los independentistas y golpistas catalanes. Ante esas protestas, la policía, cumpliendo ordenes inicuas y corruptas del Ministerio del Interior y del propio Sánchez, lanza gases contra los manifestantes y reprime a ciudadanos pacíficos con mayor énfasis y violencia que la que emplearon contra los golpistas catalanes en sus días de rebelión y declaración ileal independencia. Sánchez, como todo tirano, se vuelve imbécil y violento ante la protesta legítima de los ciudadanos y está despertando la furia dormida de los españoles. Debería recordar que la chispas pueden encender la pólvora, como ya ha ocurrido a lo largo y ancho de la Historia. Un ejemplo: las manifestaciones contra el impuesto al té en las colonias norteamericanas de Inglaterra provocaron la guerra de la independencia de Estados Unidos. Arrojar gas contra los manifestantes pacíficos de la calle Ferraz, en Madrid, ha sido un grave error y también un síntoma de la descomposición del sanchismo, que apesta ya a cadáver y que es tan vil que preferirá morir causando dolor y drama en España. Despertar la furia de los españoles, por muy dormida que parezca y por muy impunes y blindados que se sientan los sátrapas del sanchismo, es un mal negocio, como enseña la Historia. Los españoles enfurecidos ante la humillación y la injusticia, se alzaron contra Napoleón, que era cien veces más poderoso y listo que Pedro Sánchez, y lo derrotaron en 1808. El PSOE y la izquierda han propiciado las protestas callejeras contra la derecha, pero ellos, cuando las reciben, no las soportan y las reprimen como sucios tiranos. Cuando se hacían escraches y se acosaba a los dirigentes de la derecha, la izquierda hablaba de "jarabe democrático", una medicina que ellos no soportan, demostrando la naturaleza tiránica que les domina. La situación debe calmarse y las izquierdas, por muy nerviosas y enfermas que se encuentren, deben soportar la legítima y democrática protesta de los ciudadanos porque la calle no les pertenece a ellos en propiedad y los demócratas y las derechas tienen todo el derecho del mundo a utilizarlas para expresar sus ideas. Convertir la protesta en furia es uno de los errores más miserables del sanchismo y, probablemente, el más peligroso porque la furia desatada es muy difícil de controlar. De las reacción del pueblo deben tomar nota no sólo Sánchez y sus seguidores, sino también sus socios golpistas, a los que no les conviene tampoco desatar a la bestia. Asistí ayer a la manifestación en Sevilla, delante de la sede del PSOE, en la calle San Vicente 37, y fue una expresión pacífica y plenamente democrática, en la que miles de ciudadanos expresamos con frases y consignas nuestro desacuerdo con los pactos antiespañoles de Sánchez y sus violaciones a la Constitución. La policía estaba presente, pero en lugar de portarse como esbirros del sanchismo inmoral, se retiraron tranquilamente para vigilar y cuidar el orden, incluyendo a los manifestantes, que no éramos enemigos del régimen, ni terroristas, sino simples ciudadanos descontentos. Sánchez, como todos los tiranos, caerá, pero él corre el riesgo de hacerlo sin dignidad ni decencia, como un imbécil violento y cruel. Francisco Rubiales