Aun así, y pese a este débil inicio, la película es buena. Se reflejan en ella el cambio de actitud de los socialistas franceses al ver que en España quienes gobiernan ahora son sus homólogos y siguen sufriendo el ataque de los asesinos. No en vano, el primer crimen que aparece en pantalla es del senador Enrique Casas, asesinado mientras estaba, desarmado, en su casa con su familia. En la película hay varias tramas: la propiamente etarra, cuyos protagonistas acaban siendo Domingo Iturbe, partidario de la negociación, Francisco Mújica, partidario de más muertes a cualquier precio, y Dolores González, que intenta volver de Méjico tras dejar atrás los asesinatos. Pero también está la trama del gobierno francés, con dos asesores de alto nivel: uno procedente de la izquierda, que sigue viendo en ETA a esos muchachotes revolucionarios, errados pero bienintencionados, y otro que los desprecia como lo que son.
Todos sabemos cómo acabó la historia. Iturbe murió en extrañas circunstancias, a González la mataron en Villafranca de Ordicia delante de su hijo, y el tal Mújica cumple hoy miles de años de condena por múltiples asesinatos. Lo que sí que refleja bien la película es que, como le leí una vez a Mario Onaindía, siempre que en ETA ha habido pugna entre palomas y halcones, han ganados los halcones. Interesante película, en cualquier caso.Revista Opinión
Estuve viendo en el plus Santuario, la película que muestra
la visión francesa del terrorismo nacionalista de ETA durante la primera mitad de los años
ochenta. La película no empieza bien: en las explicaciones previas, se califica a la organización criminal como "organización separatista vasca" (como si fueran una Asociación Cultural, no te jode), además de señalar que "una mayoría de vascos rechaza la nueva Constitución". Eso es falso, como puede comprobar cualquiera en una hemeroteca, pero al final el nacionalismo ha impuesto su relato en todos los ámbitos...