“Ésta es la breve historia del Sapo Piensoenmí, un sapo medio y normal, tirando a verde, que croaba y croaba sin cesar, croaba muy bien, pero croaba para él… Nadaba y nadaba. ¡Qué bien nadaba el sapete!, pero sólo nadaba para él… Y el muy sapo llegó a pensar, pero sólo pensaba para él –era el Sapo Piensoenmí- y sólo pensaba en él, en su acuática vida, en su alimento, en sus diversiones, en su comodidad, en su ropa, en sus ancas, en su piel, en sus ranitas, en su charca, y sólo, sólo, sólo para él.
Una mañana, tan lleno y repleto estaba de él, que, al devorar a una incauta libélula, explotó… Reventó el pobre sapo, y nadie, nadie en la charca se acuerda de él…
Todos en el fondo somos un poco sapetes Piensoenmí. El mundo gira, pero sólo gira bien cuando gira a nuestro alrededor… Todos los días protagonizamos nuestra propia película: “Yo, el Emperador”. Yo, y luego mis padres. Yo, y luego mis amigos. Yo, y luego los demás. Yo, yo, yo. Mis cosas, mis planes, mis aficiones, mi universo…
- Cuando haces deporte, ¿piensas en los que están en el banquillo, en los más torpes, o sólo te preocupas de tus figurillas, de tus poses estudiadas en horas de espejo matutino?… Yo, el Atlético Emperador…
- Cuando sales con tus amigos, ¿te acuerdas de los gustos y aficiones de los demás, o siempre consigues salirte con la tuya?… Yo, el Emperador Piensoenmí…
- Eres buen estudiante –esperemos-; pero ¿te importa el estudio de los demás?, ¿te ofreces para explicar dudas o estás en un podium inaccesible a las mentes mediocres?… Yo, el Emperador del Intelecto…
-¿Te das cuenta cuando hay que echar una mano en la cocina, en el jardín, con los hermanos pequeños? ¿Eres capaz de quitar tiempo a tus aficiones, a la tele, a tus ejercicios de ego-biceps para ir a comprar la leche?… Yo, Mi Emperador Doméstico…
- ¿Tienes tiempo para los demás como siempre lo sacas para ver el partido de la selección? ¿Te has planteado alguna vez que los demás también prefieren las manzanas más regordetas y el sillón más cómodo? ¿Sabes quiénes son los demás?… ¡Claro que lo sabes! Y sabes perfectamente que tienes que salir de ti mismo, y que además –cosa curiosa-, cuando te das a los que te rodean y te olvidas de ti te sientes feliz.
Y no es casualidad… Si buscas la felicidad en sobrealimentar tu propio yo acabarás como el pobre sapo… Lleno de ti, pero vacío. Repleto de yo, pero sólo de yo, sin nada más, siendo sólo tu propio Emperador… Y tú no eres así, no puedes ser así, ¿a que no?”

