Revista Cultura y Ocio

El secreto de Aurora Floyd. Mary E. Braddon

Publicado el 17 diciembre 2013 por Revista PrÓtesis @RevistaPROTESIS
Una mujer que reivindica, aun a costa de los mayores sacrificios, el derecho a tomar sus propias decisiones

El secreto de Aurora Floyd. Mary E. Braddon

Un libro exquisito en todos sus detalles

Editorial dÉpoca, en su colección Misterios de Época, ha publicado El secreto de Aurora Floyd, de la escritora victoriana Mary Elizabeth Braddon (1835-1915), todo un descubrimiento por muy diversas razonesAl sostener este libro en las manos, lo primero que se siente es admiración por su cuidada edición. Se trata de un libro exquisito en todos sus detalles: las magnificas cubierta y sobrecubierta, ilustradas con la reproducción de un óleo del pintor de retratos femeninos Vittorio Matteo Corcos, la cómoda tipografía, las exhaustivas notas, el aclaratorio posfacio y su bibliografía... Un indudable esfuerzo editorial, muy de agradecer en esta época del libro digital o de las ediciones de bolsillo. Pero más allá de su innegable encanto como objeto, este libro tiene grandes virtudes en cuanto a la historia que narra y cómo la narra. 


escandalizó a los británicos más conservadores
Aurora Floyd, la heroína, en términos victorianos, de esta novela guarda un secreto y este hecho dará lugar a toda clase de situaciones en las que se pondrán de manifiesto las mayores virtudes y las más grandes mezquindades humanas: el chantaje económico y emocional frente a la más absoluta confianza y el amor más desinteresado; las más férreas convenciones sociales frente a la apasionada reivindicación de la libertad personal... Culminando la trama en un asesinato y su posterior investigación (en un temprano ejemplo literario de la investigación de un asesinato y de la aparición de un agente de Scotland Yard). 
Sí, Aurora Floyd tiene un secreto, y eso ocurre en una época en la que una mujer decente no podía tenerlos, que debía ser «alba, de espuma, de nácar» como décadas después denunciaría Alfonsina Storni. Ese es, quizás, el aspecto más novedoso de esta novela de 1863, que, siguiendo la estela de la Sensation novel (corriente caracterizada por elementos de misterio iniciada por autores como Wilkie Collins en La dama de blanco o Dickens en Grandes esperanzas), tiene la peculiaridad y el mérito de presentar un personaje femenino que reivindica de manera tenaz, en pie de igualdad con cualquier hombre, y aun a costa de los mayores sacrificios, el derecho a tomar sus propias decisiones vitales; el derecho a guardar "un secreto" y a conseguir ser feliz, a pesar de saltarse los convencionalismos sociales (otra interesante novedad, si pensamos en los desgraciados personajes, aplastados por el rechazo social, de otros autores como, por ejemplo, Thomas Hardy). 
En una sociedad dominada por la opresiva moral victoriana (el príncipe Alberto había muerto a finales de 1861 y la reina Victoria había dejado caer sobre sus súbditos un luctuoso manto de decencia formal) Mary Elizabeth Braddon escandalizó con esta novela a los británicos más conservadores. A pesar de ello consiguió un gran éxito entre el público y la criticaMás tarde, como ha sucedido con otros grandes escritores, cayó en el olvido, hasta que las corrientes feministas de la segunda mitad del siglo XX encontraron en ella a un temprano ejemplo del derecho de la mujer a conducir su propia vida. 
La misma Mary Elizabeth Braddon sería un ejemplo en su vida privada de la independencia que predicaba en su literatura; durante años convivió, y tuvo cinco hijos, con su editor, sin casarse con él hasta que éste enviudó de su primera mujer. Y ello en una época en que, por ejemplo, la reina Victoria se había negado a recibir a la valiente Florence Baker, porque cuando descubrió junto a Samuel Baker el Lago Alberto, la pareja todavía no había contraído matrimonio. En definitiva, un libro muy interesante y un gran mérito el de la Editorial dÉpoca por haber rescatado, y con tanta calidad, a esta autora tan lamentablemente desconocida en España.
dÉpoca, 2013Compra en Estudio en Escarlata 
José María Sánchez Pardo

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