Revista Libros
El secreto de Christine. John Banville con el seudónimo “Benjamin Black”. Alfaguara.
Publicado el 19 marzo 2010 por Libelulalibros
John Banville publica su primera novela policiaca. La prosa no es la misma artesanía meticulosamente construida con maestría y precisión de Mefisto, por ejemplo, pero el arte de Banville sigue presente. Sobre todo en la deliciosa lentitud con la que va dibujando las escenas, entrelazándolas y mostrando a los personajes en acción. Esta vez, además, aparecen ciertas miradas, aquí y allá, sugiriendo la intriga. Dos ejemplos: "El portero se volvió a reír, con una risa forzada, sin resuello. Quirke bruscamente se alejó caminando. Al bajar las escaleras notó en los nervios de la espalda los ojos de pronto serios con que el tipo lo seguía muy atento. Lo que no llegó a sentir fue la otra mirada melancólica, pendiente de él desde una ventana iluminada cinco plantas más arriba, donde algunas siluetas vagas, festivas, seguían de trajín, bebiendo a pie firme". Y más adelante, luego de describir una escena de felicidad conyugal: "Besándose, no vieron en una ventana de la planta inferior de la casa una cara de labios finos, unos ojos fríos que los miraban". El propio Banville ha dicho, para explicar el cambio de nombre: "A Benjamin Black le gusta contar una historia y no le preocupa en exceso su estilo, algo que a John Banville, en cambio, sí le preocupa muchísimo". Pero algo que hace de este libro una obra notable es justamente el estilo. Después de todo, lo del seudónimo parece una tontería, puesto que los editores y el mismo autor se han encargado de contar desde el comienzo quién está detrás. La traducción del título parece una mala elección. La novela se llama Christine Falls, hermoso apellido y, como lo advierte Quirke ante el cadáver de la muchacha, muy diciente: "… Christine cae… Y tanto que has caído: el apellido te sentaba como un guante". ¿No era ésta una advertencia lo suficientemente clara para traductores y editores? . Pablo R. Arango.