Mis lectores saben que llevo todo el mes en San Francisco. En este mes una de las preguntas que me he hecho y que sigo tratando de responderme es cuál es el secreto de que este sea el rincón de la Tierra con mayor índice de emprendimiento y de éxito en dicho emprendimiento.
Poco a poco voy encontrando respuestas. Ahora mismo me aventuro a decir que se basa en cuatro puntos:
1. Son gente muy lista. Quizás el adjetivo que mejor les encaja es “brillantes”.
2. Que trabajan mucho y muy bien.
3. Que asumen el riesgo con naturalidad.
4. Y (last but not least) que están rodeados de un entorno (social, educativo, financiero y de mercado potencial) muy favorecedores.
Voy a detenerme un poco en cada punto (dentro del contexto limitado de este blog).
Gente muy brillante
Si me permitís usar el título de una película famosa, este no es país para tontos.
Aquí hay gente lista, aparte de culta y por descontado bien formada. Y no sólo ni necesariamente en ámbitos universitarios (todo el mundo sabe que el malogrado Steve Jobs no acabó la universidad) sino bien formada en el ámbito educativo infantil y juvenil. En una sociedad que valora el esfuerzo y la inteligencia. Y una cosa muy importante, yo diría que importantísima: gente que sabe comunicarse, que sabe articular un discurso o preparar una presentación. Algo en lo que los emprendedores necesitan ser excelentes.
Que trabaja muy duro
Aquí no se duerme nadie en los laureles. Se trabaja de sol a sol, literalmente. Por descontado se trabaja los viernes por la tarde (algo que hemos olvidado en otros países, por ejemplo en España), y si es necesario se sigue el fin de semana. Las fechas y los compromisos de entrega son sagrados. La gente, para bien o para mal, está entregada a su trabajo, a su proyecto. Aman lo que hacen.
Por cultura de país, el domingo por la tarde empieza para muchos la semana laboral, con un tiempo tranquilo dedicado a planificar la semana.
Ello no quiere decir que se tomen un break cuando es necesario. Aunque las cafeterías se han convertido en oficinas compartidas. Hoy mismo me han enseñado una nueva start-up: Workplace Coffee, una espacie de Starbucks en el que ya reservan plaza para trabajar, conectados a una red y con facilidades de oficina, aunque en entorno de cafetería; aquí nacen negocios innovadores todos los días.
Obviamente, si no se tiene la inteligencia suficiente, nos e emprende. Y el tipo de proyecto depende del grado de brillantez. Lo más innovador para los más inteligentes.
Que asumen el riesgo empresarial
Las características de la formación y de la sociedad americana facilitan emprender. La sociedad admite el fracaso. Admite mucho menos a la gente sin iniciativa. Asumen que del fracaso se aprende. De hecho, haber fracasado en un negocio anterior similar es casi una premisa para encontrar inversores en el segundo intento (justo lo contrario que en otros países). Además, los emprendedores suelen ser gente joven, que tiene menos a perder que a ganar. Saben, por otro lado, que si su proyecto fracasa, encontrarán empleo con facilidad. El el mundo de la tecnología, por ejemplo, la demanda de ingenieros informáticos (en cualquier modalidad) es inacabable.
Que disfrutan de un entorno ideal
América es un enorme mercado que adora probar nuevas cosas. Es el entorno ideal. Quienes lanzan un producto o servicio nuevo, tienen menos problemas para encontrar clientes que lo prueben (y lo recomienden si les gusta), y si tiene éxito, sólo expandiéndose en el mercado estadounidense (casi 300 millones de habitantes con una lengua común y unos canales de comunicación comunes) ya se tiene asegurada la viabilidad del negocio.
El ecosistema del “valle” permite tener a mano todo: la mejor universidad del mundo en temas tecnológicos (Stanford), la mejor oferta de servicios y partners tecnológicos del mundo en temas de startups, una amplia fauna de inversores de riesgo (los llamados venture capitalist, muchos de ellos emprendedores de éxito que vendieron su empresa), y quizás lo más importante: las dos mejores vías para hacer un exit (una venta) exitosa: los mercados financieros mejor preparados para salir a bolsa (en especial el Nasdaq) y las grandes empresas globales (sobre todo tecnológicas) que pueden comprarte, y que de hecho compran continuamente pequeñas start-ups.
En conclusión, lo dicho, mejor imposible.
También hay alguna cosa negativa, como el alto coste del personal o de la vivienda, pero el balance es claramente positivo.