Como ya sabéis, los post que escribo tienen una base teórica, desde donde fundamento la información que os ofrezco, pero también una experiencial, partiendo de lo que vivo, experimento y me enseñan los niños, en mi vida profesional y personal. Al final, no estamos tan lejos de cómo ellos aprenden: construyendo su aprendizaje explorando el entorno y estableciendo relaciones con los demás.
Este post, en concreto, está muy ligado a mi vida personal, pues he vuelto a ser madre a finales de septiembre, y tiene, como todos los demás, ese ingrediente pedagógico que caracteriza al blog .
El tener un hijo, o no, o el número de hijos que queremos tener es una decisión muy personal y no hay una única opción ni camino en esto. Pero, partiendo de mi experiencia, me gustaría daros la visión más positiva de la llegada de un segundo hijo a la familia como un regalo para todos sus miembros:
- Para los padres:
- Mayor seguridad, menos miedos: La seguridad del camino ya andado. No hay tantas dudas en cómo hacer las cosas, si están bien o mal... Los objetivos están más claros y los padres se muestran menos inflexibles. Se disfruta mucho más de la nueva situación.
- Otra visión del hijo mayor: Hasta ahora había sido el "bebé" de la casa, pero ahora es el hermano mayor. Cambia nuestra forma de verlo y asumimos su nuevo rol, dándole más responsabilidades que antes, favoreciendo su crecimiento personal.
- Una relación social diferente y enriquecedora: Le ofreceremos una posibilidad de interacción que no podrá experimentar con otros niños, más estrecha y profunda emocionalmente, un vínculo especial.
- Fomento de su autonomía: Con nuestro cambio de percepción con respecto a él, le daremos más responsabilidades, hará más cosas solo y esto a su vez mejorará su autoimagen y su autoestima viendo todo lo que puede lograr por sí mismo. En este punto, lo importante es reforzar positivamente todos lo que consiga y agradecer la ayuda que nos brinda ante esta nueva situación.
- Le ayudará a superar el pensamiento egocéntrico y trabajar la empatía: Ya no es el centro de la familia, sino que ahora hay otra personita a la que hay que tener en cuenta, con la que compartirá sus juguetes, espacio y el cariño de sus padres. Tendrá que ponerse en su lugar en determinados momentos y reflexionar sobre lo que pueden afectar o influir en otro las consecuencias de sus actos.
- Mayor tolerancia a la frustración: se acostumbrará a esperar en algunas ocasiones para obtener lo que necesita, no conseguirá las cosas automáticamente. Ahora todo el tiempo de dedicación de los padres no es para él, sino que hay que compartirlo.
- Formación en habilidades sociales: es una gran oportunidad para que aprenda a negociar, a comunicarse de manera asertiva,...
- Ejercerá de maestro y afianzará los aprendizajes adquiridos: Será el mejor maestro para su hermano, que aprenderá a través de la imitación y, a la vez, el mayor afianzará sus propios aprendizajes al enseñarle.
- Para el nuevo hijo:
- Un entorno menos rígido: Ante unos padres más relajados y seguros las cosas fluyen mucho mejor.
- Más experiencias de aprendizaje: Tanto las que le aporten los padres, como su hermano o él solo ante unos padres que no están tan encima de él como con el primero. Además verá cuáles son las consecuencias de determinadas situaciones sin necesidad de experimentarlas en sí mismo.