Su visión de España en el siglo XX
Cuando el lector llega
al colmo de las novecientas cincuenta y nueve densas
páginas de la novela El invierno del mundo de Ken
Follet en Plaza & Janés, que es la segunda
parte de su trilogía sobre el siglo XX, queda algo
turulato.
Y sobre todo si el
lector es español, como es nuestro caso. En la primera
entrega con la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa
como predominantes, España ni se citaba. No debió encontrar
nada que endosarnos.
Y ahora, con la
Guerra Civil por medio y las implicaciones en la Segunda
Guerra Mundial, se permite dedicarnos el capítulo 4, que
podía habérselo ahorrado. Total lo que cuenta sobre Belchite
y los Pirineos, son ambientes para que uno de sus héroes
juveniles, inglés por supuesto, demuestre que lucha por la
libertad y contra el fascismo en las Brigadas Internacionales.
¡Ah sí, hay un personaje español, la chica anarquista
Teresa, una alfabetizadora muy guapa en el frente!... Es
algo enternecedor y suena a disculpa anecdótica.
¿Qué le habremos
hecho a Follet los españoles para tenernos esa
desconsideración? Vale, no somos tan heroicos y valerosos
como los ingleses o los estadounidenses, ni tan audaces y
duros como los alemanes o los rusos, que son los grupos
protagonistas de la serie; pero que entre las peripecias de
un siglo con cinco núcleos familiares en Europa y América,
no se hable para nada o casi sobre este país, da que
pensar en algo de ninguneo atrabiliario.
Ya sabemos que el
siglo XX es inglés o estadounidense para la Historia en
los siglos venideros y que todos los demás somos comparsas.
Que los comunistas eran muy malos y que los ingleses
supieron sortear todo, incluido el ataque nazi y las
insidias traicioneras japonesas… hasta que llegaron las
bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Luego el enemigo sería
la Unión Soviética, claro.
Contar la historia a
posteriori, arrimando el ascua a nuestra sardina, es un
recurso tan manido y desprestigiado, que parece mentira que
lo utilice un escritor que vende más de cien millones de
ejemplares de sus libros. O a lo mejor es por eso, por lo
bien parados que salen los anglosajones blancos.
Habrá que esperar a
que publique el tercer volumen, para ver qué se guarda para
los años cincuenta, sesenta y setenta de ese siglo tan
baqueteado…
Luis Conde