Nunca he sido un chico Rockstar. Me inicié con Grand Theft Auto II, y me encantó, pero el paso de la saga a las tres dimensiones no significó mucho para mí. GTA III para mí es sólo un nombre, así como Vice City o San Andreas, aunque quizás algo más de cariño guardo a este último por haber compartido alguna que otra tarde de vicio con amigos. En cuanto a GTA IV, ni una hora de juego le dediqué para decidir que en el momento en que lo hice, tenía otras prioridades. RDR ni lo menciono, aunque no voy a decir que no tengo ganas de clavarle el diente. Pero parece que la historia va a cambiar, y el chico no-Rockstar va a cambiarse la chaqueta a finales del mes de Mayo.
Y es que L.A. Noire ha pasado a convertirse, poco a poco, en uno de los tres imprescindibles de este año que no dejaría pasar bajo ningún concepto. Un firme candidato a GOTY, JOTY, o lo que queráis, y que a cada nuevo trailer ha sorprendido a propios y extraños por las magníficas animaciones faciales de los personajes y sus reacciones. No voy a decir que no tenga cierto miedo por lo que pueda encontrarme, porque todavía no he encontrado el juego de investigación que permita realmente libertad para llevar el caso a cualquier punto, y al final, lo que se supone que debería ser la inmersión en una historia de tal forma que pareciera real, se acaba convirtiendo en la no-inmersión en una historia que intenta parecer real.
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