¿Te imaginas la vida sin semáforos? Quiero decir, sin nada que te detenga, que te diga cuando puedes avanzar, cuando debes esperar o cuando quedarte quieto.
Las luces de tres colores están en todas las ciudades, en todos los pueblos y barrios, y se usan para manejar el tránsito pero también se encuentran en nuestro día a día.
El hecho de que algo nos detiene, no nos deja seguir hacia delante. Porque las barreras son autoimpuestas y nadie debería decirnos cuando podemos y cuando no podemos realizar un sueño.
¿Porque no pruebas a vivir sin semáforos?
El problema que encuentro cuando el semáforo está en rojo es que al cambiar a verde todo salimos corriendo porque tenemos “permiso”
Es como cuando llegan las vacaciones de verano y miles de personas se agolpan en la carretera, se pisan en la playa, hacen fila para ir a comer a un restaurante.
De vez en cuando rompe las reglas, no avances solo cuando te dicen que debes avanzar. No significa que por la vida hagas lo que te de la gana pero no actúes cuando alguien te de “permiso”.