Joan Saura ha de ser senador. Me parece muy bien. En el Senado sus ideas iluminadas y absurdas, su impericia como gobernante, su soberbia en aceptar un cargo que le venía grande, pasarán sin pena (para nosotros, afortunadamente) ni gloria (tampoco iba a tenerla en otro lugar); además, estará bien colocado, recompensado por los servicios prestados, y por los no prestados, económicamente también, claro, y así ICV se verá libre de un problema más, ahora que el panorama no es tan alentador como hace cuatro años.
Joan Saura ha de ser senador. Y EUiA ha de agachar la cabeza y rendir pleitesía a su señor feudal. Los tiempos son difíciles, le dice el empresario al obrero mientras agita antre sus ojos el adelgazado finiquito. Los acuerdos han de cambiar porque la situación es otra. Y me pregunto yo: cuándo la situación fue “una”? Cuándo ICV respetó algún acuerdo hecho con EUiA? Cuándo no jugó sucio con nosotros, no nos engañó con la promesa de prebendas, no nos separó, no nos desunió, no nos debilitó para que fuera más fácil vencernos y aprovecharse de nuestros votos y nuestro trabajo para luego dejarnos en la estacada de un gobierno donde nos obligó a ser sus cómplices en la inacción?
En ICV hay gente de izquierdas; hasta yo misma me sorprendo, pero es así. No están en la cúpula, evidentemente, sino en las bases, y el motivo por el que siguen en una formación que lo único que parece tener rojo o verde es su discurso, al más puro estilo ZP, es un misterio para mí. En ICV hay gente de izquierdas a quien respeto aunque no alabo el gusto, y en EUiA (e IU) hay gente de derechas: gente que margina y expulsa a sus propi@s compañer@s, esos elementos controvertidos que estropearían su imagen ante el espejo en el que quieren reflejarse, ICV y los que como esta organización transforman el loable deseo de algun@s de transformarse una izquierda más acorde con los tiempos en una verdadera traición al movimiento obrero.
Yo defendía el pacto con ICV: recuerdo acaloradas discusiones en mi asamblea de base (cuando aún tenía tiempo para asistir a ellas, qué tiempos aquellos) en que yo, en mi afán de conseguir la unión de la izquierda, abogaba por mantener los acuerdos a pesar de todos los golpes recibidos, argumentando que nadie podría hostiarnos si no queríamos recibir las hostias, e instando a l@s compañer@s a luchar por nuestro propio fortalecimiento para así poder imponer nuestras condiciones, y mostrándome contraria a la ruptura para no perder la útil representatividad para llevar a cabo nuestras reivindicaciones de una sociedad mejor. Pero ignoraba entonces dos cosas: que no se puede fortalecer lo que ha sido debilitado hasta las últimas instancias (se haya dejado debilitar o no, que eso es otra cuestión), que no se puede hablar de unión de la izquierda cuando una de las partes a unir no es izquierda, y que no existe representatividad cuando no se está representada.
Leí esta noticia; algun@s negaron la información y denigraron el medio, antes de que se supiera que era cierta, a pesar de estar mal planteada. Leí, digo, la noticia, y no me sorprendió que mis extraños compañeros de cama se quitaran de una vez la careta. Pero dudé de que este marido machista que es ICV se sacudiera a su mujercita EUiA, tan engañada, sacrificada, hacendosa y sumisa, y que seguirá poniéndose a mirar a Cuenca cada vez que él lo ordena. Por muy seductora que sea su amante, el poder, o quien quiera proporcionárselo.
Como siempre, será la mujer maltratada la que tendrá que dejar al marido explotador. Qué lástima que siempre lo hacen demasiado tarde y sin convencimiento: también han sido debilitadas hastas las últimas instancias.