Al cabo de un buen rato, las águilas divisaron sin duda el punto al que se dirigían, aun desde aquellas alturas, pues empezaron a volar en círculos, descendiendo en amplias espirales. Bajaron así un tiempo, y al final el hobbit abrió de nuevo los ojos. La tierra estaba mucho más cercana, y debajo había árboles que parecían olmos y robles, y amplias praderas, y un río que lo atravesaba todo. Pero sobresaliendo del terreno, justo en el curso del río que allí serpenteaba, había una gran roca, casi una colina de piedra, como una última avanzada de las montañas distantes, o un enorme peñasco arrojado millas adentro en la llanura por algún gigante entre gigantes. Las águilas descendían ahora con rapidez una a una sobre la cima de la roca, y dejaban allí a los pasajeros, -¡Buen viaje! -gritaron-. ¡Dondequiera que vayáis, hasta que los nidos os reciban al final de la jornada! -una fórmula de cortesía común entre estas aves.
-Que el viento bajo las alas os sostenga allá donde el sol navega y la luna camina -respondió Gandalf, que conocía la respuesta correcta.
Y de este modo partieron. Y aunque el Señor de las Águilas llegó a ser Rey de Todos los Pájaros, y tuvo una corona de oro, y los quince lugartenientes llevaron collares de oro (fabricados con el oro de los enanos), Bilbo nunca volvió a verlos, excepto en la batalla de los Cinco Ejércitos, lejos y arriba. Pero como esto ocurre al final de la historia, por ahora no diremos más.
El Hobbit. Extraños aposentos.
Las águilas eran los ojos de Manwë. Antes de las estrellas brillaran, y los Elfos y los Humanos se hubieran despertado, Manwë (Señor del Aire) y Yavanna (Reina de la Tierra), dos de los Valar más poderosos crearon las águilas de Arda, una de las más sabias razas conocidas en la Tierra Media.
A lo largo de los siglos, estas grandes aves, sirvieron a Manwë como sus ojos en toda Arda, y fueron sus siervos que llevaron a cabo su voluntad en todos los rincones de la Tierra Media. Eran capaces de transportar sobre ellas a un Hombre, o a un Enano y un Hobbit. Podían hablar las lenguas de los Hombres y de los Elfos. Vivían mucho tiempo, y tal vez fueran inmortales. El nombre sindarin de águila es thoron.
Durante la Primera Edad del Sol, las águilas de Manwë vivían en las Montañas Circundantes de Beleriand. Anidaban sobre los picos de la cordillera Crissaegrim.
En ese tiempo, Thorondor era el Señor de las Águilas, la mayor águila conocida en Arda. Sus alas extendidas medían 180 pies de envergadura y era más rápido que el viento. Thorondor cuidaba a Maedhros, Beren, Lúthien, y a Fingolfin de las garras de Morgoth. Él, junto con las otras águilas, protegían la ciudad de Gondolin de los espías de Morgoth, y durante siglos lucharon contra los temidos dragones de Morgoth.
Durante la Tercera Edad del Sol, Gwaihir, el Señor del Viento, descendiente de Thorondor, lleva a las águilas a las Montañas Nubladas, donde vivieron desde que se sumergió Beleriand. Gwaihir, junto con su hermano, Landroval y Meneldor, salvaron a Bilbo y los enanos, lucharon en la Batalla de los Cinco Ejércitos, rescataron a Gandalf y a los custodios del anillo, y lucharon contra los Nazgûl ante la Puerta Negra de Mordor.
Las águilas fueron los guardianes de la Tierra Media, convirtiéndose en unos de los más temibles enemigos de las criaturas de Sauron.
El Silmarillion. El Hobbit. Guía completa de la Tierra Media.