Hay un sentido del humor que me quita el sentido, que me recuerda que la ALEGRÍA es una de las energías más sanadoras que existen y que más me encanta compartir.
Antes era muy exigente, muy perfeccionista, quería tenerlo todo controlado para que nada se me escapara, para que mi inseguridad no se manifestara. Ahora soy selectiva, más que bastante, con el trabajo, con las amistades, con la pareja, con todo aquello que elijo que forme parte de mi Vida. No es porque considere que uno u otro sea “más o menos que”, sino porque a mi Corazón le doy lo que me pide, lo que necesita, lo que me reclama, lo que le resuena, lo que tanto le hace latir. Nadie mejor que uno mismo para Saberse, nadie mejor que uno mismo para Amarse.
La Alegría forma parte de mí, desde que nací. A pesar de todos los pesares que pudieran envolver mi ambiente, el buen humor siempre estaba presente. También se convirtió en una vía de escape, para esconder todas esas emociones “negativas”, de “débiles” que tan poco me gustaban, que tanto me tragaba y tan poco expresaba y a las que ahora pongo en el mismo altar que las “positivas”, que las de “valientes”.
“Todo aquello de lo que escapas al final te acaba atrapando
para que Veas que no había que huirle sino abrazarlo”
La risa es la voz de la alegría. Cuando nos reímos, las penas se ríen y lloran con nosotros y nosotros con ellas. Los dramas desaparecen y las anécdotas, los chistes y las ocurrencias toman acto de PRESENCIA. El estómago se parte, los pulmones se expanden, la respiración se acelera, las miradas se mojan y las bocas se llenan. Es un virus altamente contagioso que dinamita cualquier atisbo de tristeza.
Hay un sentido del humor que me quita el sentido de todas esas preguntas que tan poco importan, que tanto me distraen de este Aquí y Ahora, con las que hubo una temporada que me disfracé transformándome en una duda constante, olvidándome de sentir, olvidándome de Vivir.
El Equilibrio entre el “¿para qué?” y el “y a mí qué me importa” es muy importante para los que iniciamos ese viaje interior tan profundo en el que muchas veces nos perdemos de tanto querer encontrarnos. Es necesario saber salirse de ese laberinto, de esa trampa “espiritual” en la que caemos, en la que nuestra mente analítica nos empuja para sacarnos de la Realidad, del disfrutar de lo que nos rodea, de este único Instante, de nuestro Yo Soy actual y no del que me gustaría ser mañana o del que ayer fui.
Hay un tiempo para actuar, para cuestionarte y otro para descansar, para “parar de”, para simple y sencillamente Estar, sin ningún complemento, sin ninguna otra función más que la de SER, que la de AMAR.
La Alegría es el mejor antídoto para la desilusión, la inapetencia, la falta de vigor, la melancolía y para la baja vibración. Hay personas que me la estallan dentro, con las que me es muy fácil brillar. No es algo que pueda ni quiera evitar. Sucede, sin más. Ésas son las que quiero tener cerquita, las que me permiten ser quien soy, las que me acompañan en mi camino con carcajadas y no con piedras, las que “me quitan de importancia”, con las que siento que “ha valido la pena”, las que alimentan mi Corazón.
Y me han llegado porque nos hemos “llamado”, porque nos hemos atrevido a abandonarlo todo para que todo esto nos sea dado, porque hicimos en su día una apuesta por nosotros mismos y la seguimos manteniendo, cada una la suya pero todos desde el mismo lugar, con la misma intención de Amarnos tal y como somos, de que el Mundo se Ame tal y como Es, tan Divino, tan Perfecto.
Los polos opuestos se repelen. Son los que vibran en la misma frecuencia son los que se atraen, los que están tan “a gustito” entre ellos, con ellos, hablando o en silencio, contando o sin contar, bailando o sin bailar, porque se sienten “como en casa”, porque son familia, porque son una Hermandad.
Sí, me declaro Selectiva y me enorgullece así serlo porque el Amor que por mí siento, este Amor propio por el que tanto he “luchado”, por el que tanto he “soltado” y sigo haciendo, está muy por encima de cualquier miedo a la soledad que pudiera tener (que no es el caso…), de cualquier etiqueta antisocial que me cuelguen y de cualquier crítica, incomprensión, reclamo, abandono o supuesta misión con la que “yo” me identifique.
Y si me tengo que volver a quedar “sola”, que Así sea. El respeto empieza por uno mismo, por rodearnos de aquello, de aquellos con los que estamos en Paz, que nos hacen sentir vivos no muertos. Primero Dentro, sí, pero lo de Fuera lo elegimos nosotros, es nuestra responsabilidad. Aceptar no es “resignarte a”. Eso es una Creencia más espiritual: “tengo que aceptarlo todo y quedarme en ese lugar, con esa persona por mucho que me haga sufrir porque tiene algo que enseñarme y hasta que no lo aprenda no me marcharé”. Yo lo llamo masoquismo (también he pasado por ahí…).
¿Dónde queda entonces el amor hacia ti? Cuidado con los autoengaños…
Alegría de Vivir, cuando estoy cerca de mí,
Alegría de Vivir, cuando estamos cerca,
sin ningún “mi”
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